Crítica de Cine
EL MUNDO SEGÚN BARNEY (Barney’s Version)
Canadá-Italia 2010 132 min.
Dirección Richard J. Lewis Guión Michael Konyves, según la novela de Mordecai Richler Fotografía Guy Dufaux Música Pasquale Catalano Intérpretes Paul Giamatti,
Dustin Hoffman, Rosamund Pike, Minnie Driver, Rachelle Lefevre, Scott Speedman, Bruce Greenwood, Macha Grenon, Jake Hoffman, Saul Rubinek, Anne Hopkins
Estreno 18 marzo 2011
Tratándose de los recuerdos quizás distorsionados del personaje protagonista, la traducción del título al castellano desvirtúa el sentido del original La versión de Barney, con el que sí fue bautizada en nuestro país la novela en la que se basa. El debut en la dirección del canadiense curtido en la televisión norteamericana Richard J. Lewis se plantea como un lujoso fresco sobre una persona no tan corriente como pudiera parecer, pues posee un carisma y una capacidad se seducción y perseverancia fuera de lo común, y que el realizador, con la ayuda inestimable de Paul Giamatti, que hace aquí una de sus grandes creaciones, ha conseguido plasmar. Trágica y divertida a partes iguales, lo que hace que no acabe de entenderse su categorización como comedia en los pasados Globos de Oro, donde su protagonista fue galardonado con el premio al mejor actor, la cinta recorre con estilo y dominio del lenguaje cinematográfico las cuatro últimas décadas de nuestra era, visitando personajes y lugares hermosos y pintorescos, y con una maravillosa historia de amor como tema principal. Pero quien realmente se lleva el gato al agua es Rosamund Pike, quien tras ser la hermana de Keira Knightley en Orgullo y prejuicio y la compañera de juergas de Carey Mulligan en An Education, consigue por fin erigirse en protagonista y estrella de la función, con una belleza y elegancia que se come la pantalla cada vez que su personaje hace aparición, logrando que el interés de la cinta se eleve. Un film tradicional y clásico que logró en San Sebastián el premio del público, y cuya nominación al Oscar al mejor maquillaje está plenamente justificado, pues pocas veces vemos envejecer en pantalla con tanta convicción y verosimilitud. Planteada además como una celebración del cine canadiense, con cameos de directores como David Cronenberg, Atom Egoyan, Ted Kotcheff, Denys Arcand o el propio Lewis, se trata sin más de una cinta de corte clásico, romántica, sensible y distraída, con excelentes interpretaciones a las que hay que unir el espléndido trabajo de un recuperado Dustin Hoffman, que aprovecha además para colocar a su hijo Jake en el reparto, dando vida al hijo del protagonista. Es, en definitiva, una crónica de un amor profundo y verdadero, quintaesencia del amor romántico.
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