Reino Unido 2015 106 min.
Dirección Sarah Gavon Guión Abi Morgan Fotografía Eduard Grau Música Alexandre Desplat Intérpretes Carey Mulligan, Helena Bonham-Carter, Anne-Marie Duff, Brendan Gleeson, Ben Whishaw, Romola Garai, Meryl Streep, Samuel West, Geoff Bell, Natalie Press Estreno en Reino Unido 12 octubre 2015; en España 18 diciembre 2015
Hay películas que independientemente de su calidad cinematográfica cuentan historias que merecen ser conocidas y sólo por eso ya vale la pena acercarse a ellas. Si además están bien hechas e impecablemente narradas, como es el caso, estimulan la curiosidad para conocer los detalles de aquellos episodios históricos que le sirven de base, ampliando nuestro conocimiento, haciéndonos reflexionar y abriendo nuestra sensibilidad y capacidad de indignación. Todo eso ocurre en este trabajo de Sarah Gavon, cuyo anterior trabajo, Bick Lane, también tocaba temas fundamentales en la liberación de la mujer, como es el de los matrimonios concertados indios. Con la mirada puesta en el movimiento sufragista que lideró Emmeline Pankhurst durante el primer cuarto del siglo XX para lograr el derecho al voto de la mujer en el Reino Unido, la guionista Abi Morgan (La dama de hierro, Shame) fija su atención en una joven trabajadora a la que el azar convierte en comprometida y sacrificada sufragista más allá de lo que de manera más o menos anecdótica hemos visto hasta ahora en la pantalla grande (la Sra. Banks de Mary Poppins) o la pequeña (Rose Buck en Arriba y abajo, interpretada precisamente por una de las creadoras de la serie, Jean Marsh). El XX ha sido sin lugar a dudas un siglo de grandes y revolucionarios cambios, tanto a nivel tecnológico como económico y social, pero detrás de cada revolución hay gente de ideas progresistas y avanzadas a las que debemos el bienestar del que hoy gozamos, que se han atrevido a rebelarse y luchar contra el conservadurismo reinante ahora y siempre, el eterno miedo al cambio y a lo desconocido. Parece mentira que la suerte de la mujer aún hoy siga dependiendo del hombre, que sea éste quien disponga de su voluntad y capacidad de decisión, de su cuerpo o de las reglas que han de definir el lenguaje que usamos al hablar y escribir. Y encima a los hombres tenemos que añadir ese elevado porcentaje de mujeres inmovilistas, incapaces de luchar por ellas mismas y sus semejantes, tan convencidas de que lo que hay es lo que conviene. Todo eso tiene su reflejo en esta emocionante e imprescindible película, tamizada por la licencia narrativa que obliga a fijar la atención en un personaje específico, seguir sus andaduras e involucrarse en su suerte. El peso de esta responsabilidad recae en Carey Mulligan, espléndida en su caracterización como joven madre de familia y mujer trabajadora que descubre un nuevo horizonte y, cómo no, posibilidades de aventura y excitación frente a una vida tan marcada y sin esperanza. Y aunque en el proceso tenga que renunciar a lo más querido, su lucha está por encima. Le arropan un grupo de mujeres excelentes, con ese saber hacer británico, que lidera la comprometida Helena Bonham Carter y corona Meryl Streep en una breve intervención como la Sra. Pankhurst. Las líneas básicas de la lucha están presentes, potenciadas por la intensa partitura de Alexandre Desplat, que imprime suspense y emoción a las imágenes fotografiadas por el catalán Eduard Grau (Enterrado, Un hombre soltero) con precisión y respeto para sacar el mejor partido a la espléndida y costosa ambientación. De esta forma asistimos, entre otros acontecimientos, al trágico día en las carreras del Derby de Epsom, cuando la activista Emily Wilding Davison tomó una decisión definitiva para el éxito de la campaña que involucró al jinete Herbet Jones y el caballo Anmer del rey Jorge V. Por cierto, que Jones hizo una emotiva entrega foral en el funeral de Pankhurst en 1928 en homenaje a la líder y a la Sra. Davison. Acontecimientos necesarios y trascendentales que asumidos con talento y pasión dan lugar a películas necesarias como ésta. Parece mentira que el ser humano sea tan inconsciente de su paso efímero por esta vida que debería ser un paraíso y sin embargo se ha empeñado en convertir en un infierno.
Efectivamente: imprescindible.
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