Argentina-Brasil-Francia 2015 103 min.
Dirección Santiago Mitre Guión Mariano Linás y Santiago Mitre, según la historia de Eduardo Borrás para la película de 1960 Fotografía Gustavo Biazzi Música Nicolás Varchausky Intérpretes Dolores Fonzi, Óscar Martínez, Esteban Lamothe, Cristian Salguero, Verónica Llinás, Laura López Moyano Estreno en el Festival de Cannes 15 mayo 2015; en Argentina 18 junio 2015; en España 27 noviembre 2015
Estos días asistimos impávidos y estupefactos a cómo los jefes de las naciones más poderosas del mundo desprecian el ingenio y la inteligencia para adoptar medidas de lo más básicas, primitivas y perentorias para luchar contra uno de los mayores problemas que tiene la humanidad en este siglo, el terrorismo islámico. Recurren a una legalidad que nos quieren convencer es irrefutable e insobornable, como si los cuerpos legales fueran la nueva Biblia a acatar sin reserva alguna, para adoptar la sempiterna consigna del ojo por ojo, la violencia atajada con violencia, que no genera sino más violencia. Se trata, como siempre, de no renunciar a privilegios y derechos adquiridos, aunque éstos pasen por la venta de armas y la compra de petróleo que asegure nuestro bienestar social. Un estilo de vida al que se ha adherido nuestra enferma sociedad, a costa de quien sea y con la lucha de clases y la desigualdad como premisas irrefutables. Santiago Mitre ha cimentado su predilección por el cine político, tras una ópera prima de temperamento romántico (El amor, Primera parte), con películas como El estudiante, un inteligente análisis del arribismo político desde las bases universitarias, y el documental Los posibles, ilustración de una coreografía sobre la marginación social de la juventud. Con Paulina confirma esa tendencia a partir de una adelantada película que Daniel Tinayre dirigió en 1960 y que sería conveniente recuperar para ver hasta qué punto Mitre ha aprovechado su trama para hacer un lúcido y muy inteligente discurso político. Una primera secuencia plano de casi diez minutos sienta las bases de la película; en ella la protagonista, una inmensa Dolores Fonzi (Truman) argumenta a un padre juez y aburguesado después de una juventud militando la izquierda más utópica, cómo ella prefiere marginar un futuro prometedor para alistarse en la docencia comprometida y el trabajo social en una zona desfavorecida de Argentina colindando con Paraguay. En otra secuencia la ya docente aclara en su taller de política que su proyecto no trata de políticos sino de orden social y económico. Y en otra entrega a sus alumnos una serie de papelitos conteniendo cada uno un artículo de la Declaración Universal de Derechos Humanos, eso papelitos, para que cada uno y una reflexione sobre el que le ha tocado. Estas tres poderosas y concisas secuencias son fundamentales para entender lo que subyace tras el discurso de Mitre en esta absorbente e inquietante película. Una patota, título original de la película que se refiere a una pandilla de maleantes, desencadenará una crisis sobre cuya resolución la joven profesora deberá tomar una serie de decisiones paulatinamente reprimidas por el orden establecido, que es el que precisamente ella quiere cambiar. La original estructura narrativa que utiliza Mitre, a través de la cual nos va revelando datos progresivamente, en un orden desordenado pero muy significativo, y la estupenda dosificación de los elementos que integran el discurso, desde los personajes a los paisajes, consiguen atrapar a un espectador para el que la función no acaba con el último de los créditos, sino mucho después, conforme reflexiona, debate y discute sobre lo que constituye sin duda una muy saludable provocación y un profundo análisis sobre la educación como herramienta para modificar el mundo, las pasiones y las leyes. Gran Premio en la Semana Internacional de la Crítica y Premio Fipresci en Cannes; multipremiada en la sección Nuevos Horizontes del Festival de San Sebastián y reciente Premio Fénix del Cine Iberoamericano a la mejor actriz.
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