USA 2015 135 min.
Dirección J.J. Abrams Guión J.J. Abrams, Lawrence Kasdan y Michael Arndt, según los personajes creados por George Lucas Fotografía Daniel Mindel Música John Williams Intérpretes Daisy Ridley, John Boyega, Harrison Ford, Carrie Fisher, Oscar Isaac, Adam Driver, Domhnall Gleeson, Max Von Sydow, Gwnedoline Christie, Lupita Nyong’o, Andy Serkis, Anthony Daniels, Mark Hamill, Peter Mayhew, Kenny Baker, Warwick Davis, Simon Pegg Estreno en Estados Unidos y España 18 diciembre 2015
Abrumados por el despliegue mediático al que hemos sido sometidos y sometidas durante las últimas semanas, poca gente puede resistirse a descubrir lo que hay detrás de esta anunciado octava maravilla del Mundo, seamos o no frikis de la saga que George Lucas inauguró hace casi cuarenta años. Rodadas en desorden cronológico, los seguidores de las aventuras de Luke Sywalker, la Princesa Leia y Han Solo, en permanente lucha contra el Imperio galáctico liderado por el inefable Darth Vader, se sintieron profundamente decepcionados por las películas estrenadas a principios del nuevo siglo y que ilustraban los precedentes de los celebérrimos personajes. Las nuevas tecnologías, utilizadas sin mesura ni compasión por el director de American Graffiti, ahogaron un producto cuyo guión se antojaba infantil y hasta ingenuo. El acabado así se asemejaba más a una serie de cintas de animación al más puro estilo Disney, curiosamente la productora que finalmente se ha hecho con los derechos de producción del resto de la serie ante la incapacidad de la Fox para continuar la saga, lo que nos priva del famoso logotipo aderezado con la fanfarria de Alfred Newman que precedía el mítico Hace mucho tiempo en una galaxia muy muy lejana. Pero Lucas y su hortera saga preludio añadía información y generaba un argumento que justificaba muchos de los acontecimientos que ocurrirían en la siguiente, la más mítica y adorada por todos y todas. Es precisamente lo que no hace este tan celebrado nuevo título, que no aporta prácticamente nada al argumento general y funciona sólo como tránsito para relevar a nuestro querido trío protagonista y al malvado de la función para dar los papeles a otros, con traspaso generacional y hasta de género, y volver a batallar y luchar sempiternamente por los mismos valores y objetivos que se apuntaban en las películas de finales de los setenta y principios de los ochenta. El testigo por lo tanto lo toman ahora Rey, una chatarrera llamada a ser la nueva Mesías, Finn, un soldado imperial arrepentido cuya crisis existencial se erige en única novedad argumental de la película, Poe, un rebelde bohemio y aventurero al estilo de Solo, y el malvado Kylo Ren; y pocas novedades más. Sin duda ingenioso y lleno de talento, el director de Perdidos y regenerador de Misión Imposible y Star Trek, J. J. Abrams, recupera el espíritu de la saga original sin renunciar a los magníficos efectos digitales de los que hoy dispone el cine más sofisticado y retribuido. Esos efectos hoy no son tan evidentes como a principios de siglo y consiguen que todo parezca más natural, lo que le acerca a las tres primeras películas antes de que Lucas las corrigiera y aumentara con estúpidas e innecesarias escenografías y zoologías. De ahí que no logremos localizar a Lupita Nyong’o bajo la piel de Maz Kanata (tan parecida a Yoda) y que el Líder Supremo Snoke de Andy Serkis se parezca tanto a su personaje más emblemático, el Gollum de El señor de los anillos; la técnica del Motion Capture ha mejorado muchísimo y Lucas y Abrams lo aprovechan al máximo. Volver a la cabina del Halcón Milenario y casi parecer que estamos dentro gracias a unos muy logrados efectos tridimensionales, son sensaciones y emociones impagables que nos depara el nuevo juguete carísimo del magnate de Hollywood, pero nada resulta nuevo ni diferente en este producto que recrea escenarios muy familiares, la mayor parte de ellos objeto de la imaginación de un señor que en los años setenta rompió moldes y costuras. Hay evidente sentido épico en esta cinta, lo que nos devuelve seguramente a la emoción experimentada por quienes vieron por primera vez en pantalla gigantesca y rodeados de público películas como Lo que el viento se llevó, Ben Hur o Los diez mandamientos, pero repetimos, no hay nada nuevo ni novedoso en esta película que brilla por el contrario por su carácter nostálgico, su sentido del ritmo y la energía y la ingeniosa dosificación de elementos técnicos y dramáticos, aunque sus tramas e intrigas familiares resulten tan ligeras y predecibles que no aporten apenas morbo al asunto ni perturben el buen rollo característico de la marca Disney. Y eso que violencia y apocalipsis hay más que nunca, pero eso es un peaje que hay que pagar para correr con los tiempos y agradar a las nuevas generaciones de palomiteros empedernidos a las que seduce la taquilla. Entre las curiosidades destacar a Daniel Craig perdido entre los extras batalladores o el compositor habitual de Abrams, Michael Giacchino, haciendo de soldado enmascarado del Imperio. Por cierto, el músico tiene más probabilidades de heredar la partitura del octogenario John Williams que Gustavo Dudamel o William Ross, que dirigen parte de la música compuesta por el habitual de Spielberg para esta entrega, pero que debido a su salud quizás no llegue a completar la saga. Al fin y al cabo Giacchino ya heredó recientemente Parque Jurásico y su estilo es capaz de mimetizar el sinfonismo exacerbado del ilustre maestro, aunque no llegue a su altura en talento e inspiración. En definitiva, el episodio séptimo de Star Wars (Guerras galácticas es más apropiado que el título con el que se bautizó la cinta que estrenó en Sevilla el Cine Alameda) es emocionante y brillante, pero hubiera sido superlativo si además hubiese arriesgado contando algo nuevo y diferente que haga avanzar una historia que con estos resultados se ha quedado anquilosada y a la espera de seguir repitiendo esquemas dramáticos y estéticos.
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