Guión y dirección Juan Miguel del Castillo Fotografía Manuel Montero y Rodrigo Rezende Música Miguel Carabante y Daniel Quiñones Intérpretes Natalia de Molina, Jaime López, Mariana Cordero, Mercedes Hoyos, Gaspar Campuzano, Montse Torrent, Natalia Roig, Manuel Tallafé Estreno en el Festival de Cine Español de Málaga 23 abril 2015; en salas comerciales 4 diciembre 2015
La crisis que ha asolado a una buena parte de la sociedad española apenas ha encontrado eco en una cinematografía como la nuestra, si no como telón de fondo para comedias insustanciales; afortunadamente con un título como éste el desaire se ve algo compensado. Se trata de plasmar con la mayor sinceridad posible y sin recurrir a tremendismos pero sin traicionar el sentimiento y la emoción, los estragos que en una humilde madre soltera y su hijo de corta edad hacen una situación incomprensible para ella, injusta para todos e imperdonable para quienes se supone velan por nuestro bienestar. Viene a coincidir el estreno de esta película, seis meses después de verse en el Festival de Málaga, con unas elecciones generales en las que el partido en el poder vende sus triunfos frente a la supuesta superación de la crisis, cuando ni ésta lo ha hecho si pensamos en la altísima tasa de desempleo que aún afronta el país, ni es ético apelar a la amnesia popular cuando tantos recortes en gasto público y derechos se han producido, algunos de manera irreversible. Ambientada en Jerez de la Frontera en uno de los peores años de esta pesadilla, 2012, la película relata el particular vía crucis de una joven, magníficamente interpretada por la linarense Natalia de Molina asumiendo incluso el difícil acento de la ciudad gaditana, a la que se le resiste el trabajo y todas las ayudas se le han terminado, lo que le impide pagar el alquiler y mantener convenientemente a su hijo. En su debut en el largometraje, el joven director jerezano Juan Miguel del Castillo parece corroborar su interés por la maternidad coraje, después del cortometraje Rosario en el que Asunción Balaguer interpreta a la madre de un toxicómano. Las penurias que con dignidad y valentía ha de asumir esta joven a la que parecen cerrársele todas las puertas, encuentran inteligentemente algunas vías de esperanza, como esa vecina todo generosidad y cariño o el pequeño hijo, inmenso también Jaime López, con quien mantiene una relación tierna y respetuosa. Aparte de eso quedan magistralmente expuestas, con sentido de la dosificación, el ritmo narrativo y la intensidad dramática, las graves injusticias a las que los poderes políticos y económicos han sometido al pueblo, manteniendo siempre un perfecto equilibrio con el chantaje y la irritación emocional. En manos de este realizador brillan incluso especialmente actrices generalmente competentes pero aquí excelentes, como Mariana Cordero y Mercedes Hoyos. Un título, en definitiva, que viene a paliar el desprecio mostrado ante esta tragedia por nuestra industria, que sólo se muestra beligerante cuando no debe, en los actos lúdicos y presuntamente glamurosos como entregas de premios, y que ha ensuciado también, aunque sea a título particular, la confianza del público con actos aberrantes de corrupción. En lo formal no se puede evitar pensar en el cine de Ken Loach o los hermanos Dardenne, por mucho que la cinta de Castillo tenga su propia impronta y personalidad. Premiada en Málaga con los premios del público y de la crítica andaluza (Asecan) así como la Biznaga de Plata a la mejor actriz, una extraordinaria Natalia de Molina, cuya naturalidad, elegancia y discreción se ve acrecentada con este papel en el que da vida con total convicción a una humilde y desgraciada chica de barrio, espejo de tantas y tantas personas, muchas de ellas tan invisibles.
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