Robert King |
Precediendo en un día a la puesta en escena durante varios de la comedia Trabajos de amor perdidos de William Shakespeare, el Teatro Lope de Vega tuvo la excelente idea de programar un concierto de música inglesa del renacimiento y primer barroco a cargo de quien es uno de sus indiscutibles valedores y mejores intérpretes, Robert King, que acompañado de algunas de las personas que integran su famoso King’s Consort, hizo las delicias del escaso público allí congregado. Y decimos escaso no porque hubiera poca gente, sino porque habían demasiados huecos, algunos pisos del teatro estaban casi vacíos, y tratándose de un conjunto de su talla no deja de llamar la atención.
A fuerza de apoyarnos en el talento local, como tantas veces hemos reseñado, hoy paradójicamente el público sevillano se vuelca con la Barroca y otros conjuntos hispalenses, mientras deja pasar la ocasión de comulgar con artistas de tanto relieve y consumado reconocimiento internacional. Nos encanta que lo nuestro triunfe en casa, pero desdeñar otras citas empobrece nuestras miras. No hay justificación, ni siquiera la manifiesta falta de publicidad, para que The King’s Consort no llenara el Teatro Lope de Vega este pasado miércoles. Ni siquiera acertamos a ver otros músicos, fueran de la Barroca o de otras formaciones de la ciudad, entre el público, aprendiendo de maestros como el director y clavecinista inglés.
A fuerza de apoyarnos en el talento local, como tantas veces hemos reseñado, hoy paradójicamente el público sevillano se vuelca con la Barroca y otros conjuntos hispalenses, mientras deja pasar la ocasión de comulgar con artistas de tanto relieve y consumado reconocimiento internacional. Nos encanta que lo nuestro triunfe en casa, pero desdeñar otras citas empobrece nuestras miras. No hay justificación, ni siquiera la manifiesta falta de publicidad, para que The King’s Consort no llenara el Teatro Lope de Vega este pasado miércoles. Ni siquiera acertamos a ver otros músicos, fueran de la Barroca o de otras formaciones de la ciudad, entre el público, aprendiendo de maestros como el director y clavecinista inglés.
Berit Solset |
Quienes tuvimos la suerte de escucharles nos encontramos con un exquisito concierto en el que se dieron cita algunos de los compositores más sobresalientes del final del Renacimiento y primer Barroco, además de los imprescindibles Henry Purcell y Matthew Locke, ya del pleno movimiento cultural del siglo XVII. En el programa dos partes bien diferenciadas, la primera de sabor más arcaico, con una elocuente selección de La tempestad de Locke y una serie de canciones, algunas de ellas madrigales, como la de Thomas Morley, inspiradas en otras obras relevantes del escritor de Stratford-upon-Avon, como Noche de Reyes, Otelo o Romeo y Julieta. La voz de la soprano noruega Berit Solset destacó en esa gracia y dulzura tan particular del repertorio de las islas británicas, sin ambiciones de lucimiento ni aspavientos innecesarios, destacando siempre los versos en perfecta pronunciación en un inglés antiguo, y entonando y modulando con elegancia y primor, lo que unido a un timbre exquisito logró una interpretación redonda a pesar de no contar con excesiva potencia, como demostró en piezas tan bellísimas como la anónima The Willow Song. En la segunda parte una ejemplar selección de La reina de las hadas de Purcell, basada en El sueño de una noche de verano, volvió a contar con las magníficas prestaciones de Cecilia Bernardini al violín, Lynda Sayce en la cuerda pulsada y por supuesto Solset en la voz, todas y todos en estilo, acariciando sus instrumentos de época y haciéndolos sonar sin atisbo de amaneramiento. La guinda final la pusieron las conmovedoras The Plaint e If Love’s a Sweet Passion, que cobraron con todos estos ingredientes un valor muy emotivo y perdurable.
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