Dirección Carles Torras Guión Carles Torras y Martin Bacigalupo Fotografía Juan Sebastián Vásquez Intérpretes Martin Bacigalupo, Lilli Stein, Larry Fessenden, Timothy Gibbs, Dave Bobb, Rigoberto García, Kathryn Kuhn, Butch McCain, Johnny Serret Estreno en el Festival de Málaga 27 abril 2016; en salas comerciales (limitado) 20 enero 2017
De poco le ha servido a Carles Torras ganar la Biznaga de Oro en el pasado Festival de Cine Español de Málaga, donde también cosechó los premios al mejor actor y guión, todos muy merecidos. Por si fuera poco también obtuvo el Premio Especial del Jurado en el Festival de Bruselas y el de mejor guión en Cinespaña Toulouse. Sin embargo ha sufrido una distribución raquítica y nuestros premios Forqué, Feroz y Goyas han pasado olímpicamente de la que es sin duda una de las propuestas más interesantes del cine español del pasado año. Cine hecho por románticos, porque hay que serlo y mucho para rodar tan precariamente y que ni siquiera se note; en este caso gente que vive y trabaja en Nueva York, con Carles Torras que filma con ésta su cuarta película, demostrando un talento que no se refleja en una carrera de la que aún no puede vivir. Su aventura neoyorquina no es especialmente original, vislumbrándose en ella retazos del primer Scorsese, fundamentalmente Taxi Driver, e incluso de la sordidez que invadía la primera película de Jaime Rosales, Las horas del día. El asunto es el archinombrado sueño americano, del que el protagonista es portavoz y víctima al tiempo, condenado a imitar la vida, emular comportamientos y anhelar una existencia que no es la suya, en la que no encaja. Una frustración que no debería ser tal, al menos no debería provocar las consecuencias que genera, una vorágine de violencia que se convierte en espejo de ese sueño; dos conceptos tan ligados a la cultura de un país todavía tan nuevo, ingenuo y ambicioso a la vez, perturbador siempre. Viviendo allí el perspicaz Torras se ha dado aún mayor cuenta de lo que todo eso significa y ha construido una película en la que todo funciona perfectamente. Para empezar disimula su falta de presupuesto, logra una interpretación inquietante del chileno Martin Bacigalupo y consigue una narración fluida y lógica en la que todos los elementos están encajados con precisión, sin que falte en su somero y certero análisis el papel de esa Iglesia redentora evangélica a la que se acude con tanta esperanza como descrédito. Torras además demuestra ser un gran observador, incluyendo detalles aprendidos en nuestro país, como esos robos ochenteros en los que los ladrones acababan dejando un desagradable recuerdo en la casa desvalijada. Es una lástima que el film no haya conocido una mejor y mayor distribución, algo que unos merecidos reconocimientos por parte de nuestra deficiente industria, esa que sólo premia lo notorio, comercial y correcto, le hubieran supuesto un empujoncito. Porque ni es rara ni antipática, da mucho juego para pensar, y más ahora que empezamos a sufrir la era Trump, y resulta una experiencia tan inquietante como turbadora. Ojalá su realizador y equipo sigan luchando por encontrar el lugar que merecen y que otros sí han sabido reconocerles. Ya se sabe, si todo el aparato mediático se centra en las dichosas sombras más oscuras, un único pase especial en nuestra ciudad de un título tan interesante como éste pasa desapercibido hasta para la cinefilia local.
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