Hungría 2018 120 min.
Guión y dirección Árpád Bogdán Fotografía Tamás Dobos Música Mihály Vig Intérpretes Milán Csordas, Anne Marie Cseh, Eniko Anna Illesi, Lídia Danis, Zsolt Kovács, Levente Molnár, Támas Ravasz, István Szilvási, Szofi Berki, Lukács Dezsö Estreno en el Festival de Berlín (Sección Panorama) 18 febrero 2018; en Hungría 12 abril 2018; en España 30 noviembre 2018
No deja de ser una sorprendente casualidad que esta película llegue a nuestras pantallas justo el fin de semana en el que una fuerza política de extrema derecha se asienta en nuestro país, amenazando con destruir todos los avances sociales y políticos que tanto trabajo ha costado conseguir en cuarenta años de democracia, y convirtiendo definitivamente a Franco en un zombi en toda regla, por mucho que se nos advirtiera. Hungría se ha postulado como uno de los países más reaccionarios e indecentes en los últimos años con motivo de la llegada de refugiados sirios a nuestro privilegiado e intocable continente, que tanta penuria provocó y tanto arrasó en el pasado reciente en todos aquellos países que hoy claman igualdad y justicia. Y ya se sabe que allí donde reina la infamia de la derecha, la izquierda reacciona con el mejor arma que tiene, la cultura. Por eso no es de extrañar que ante tanta alarma social, xenofobia, racismo y fascismo a ultranza como ha surgido en ese país hasta hace poco reprimido por el telón de acero, surja una cinta como ésta en la que tres historias convergen en una misma tragedia, el ataque cobarde contra una familia gitana, que marca a un niño de apenas nueva años, a la novia de uno de los atacantes, traumatizada por un pasado de abusos sexuales, y a la abogada del mismo, a su vez traumatizada por la pérdida de una hija en edad temprana. Personajes tristes en paisajes grises, cuando no sumergidos en la bañera para exorcizar sus traumas, un recurso muy habitual en este tipo de películas seudofilosóficas y de apariencia indie. La simbología y la metáfora está también convenientemente servida a través del amor y el maltrato a los animales, concretamente a los perros. El problema es que su director elige un camino muy trillado en este tipo de propuestas, que no ayuda a empatizar con sus propuestas y obstaculiza considerablemente la comprensión de todo su universo, con lo que al final puede más el ego del creador que la intención de llegar a cuanto más público mejor. Su afán de hacer misterioso lo que debería ser transparente, y su obsesión por hacer que todo sea tremendamente triste, lastran el resultado de un film que debería ser valioso y provocar más de un examen de conciencia. A pesar de todo logró el Premio Especial del Jurado en el Festival Internacional de Sofía y la Luna de Valencia al mejor largometraje en Cinema Jove. Nosotros nos quedamos con la mirada profunda, triste y sincera del niño Milán Csordas como el mejor llamamiento para una movilización general que impida que el fascismo vuelva a arrasar en una Europa que parece sorda, ciega e incapaz de impedir el regreso de una de las experiencias más aterradoras e indignas en la historia del ser humano.
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