USA 2018 117 min.
Dirección Bob Persichetti, Peter Ramsey y Rodney Rothman Guión Phil Lord y Rodney Rothman, según los personajes creados por Stan Lee, Brian Bendris, Sara Pichelli, Steve Dikto, Dan Slott y Meghan Malloy Música Daniel Pemberton Voces (en versión original) Shameik Moore, Jake Johnson, Hailee Steinfeld, Mahershala Ali, Brian Tyree Henry, Lily Tomlin, Luna Lauren Velez, Zoë Kravitz, John Mulaney, Kimiko Glenn, Nicolas Cage, Kathryn Hahn, Liev Schreiber, Chris Pine Estreno en Estados Unidos 14 diciembre 2018; en España 21 diciembre 2018
Spider-Man vuela ahora alto con este sorprendente salto a la animación más rompedora y original que hayamos visto en mucho tiempo, prácticamente una adaptación del estilo del cómic moderno más sofisticado a la pantalla. Esta extravagancia de Phil Lord y Rodney Rothman juega con las diversas realidades que siempre han flotado sobre el universo Marvel, haciendo coincidir en una misma trama varios Spider-Men provenientes de mundos distintos y paralelos, algo así como un multiverso en el que confluyen Spider-Men masculinos y femeninos, blancos, negros y orientales, humanos y artificiales. La idea ha estado siempre ahí, y muestra de ello son los diferentes Peter Parker a los que han dado vida Tobey Maguire, Andrew Garfield y Tom Holland desde principios de este siglo. Ahora el protagonismo lo asume un chico de raza negra mezclada con sangre latina, un efecto del mundo plurirracial políticamente correcto en el que afortunadamente nos sentimos sumergidos, que se mueve por escenarios de rico diseño y vanguardista resolución formal, pero que en el aspecto puramente dramático no hace sino repetir el cansino esquema al que nos tienen acostumbrados las películas de superhéroes: La génesis del personaje, su encuentro con el mal y la batalla final para reducirlo, esta vez asistido no por una banda de superhéroes, como Los Vengadores o los Cuatro Fantásticos, sino por una banda de alter ego de distinto tamaño y condición. Nos encontramos por lo tanto ante un espectáculo visualmente impactante y muy bien resuelto, al servicio de la misma trama de siempre, cansina, poco original y extremadamente violenta, lo que la hace poco recomendable para públicos infantiles. Y todo ello a pesar de ese Supercolisionador que sirve para mezclar estas realidades distintas y que sus personajes se encuentren y colaboren en la sempiterna destrucción del mal, que una vez más tiene su origen en un trauma infantil.
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