Japón 2018 121 min.
Guión y dirección Hirokazu Koreeda Fotografía Ryûto Kondô Música Haruomi Hosono Intérpretes Lily Franky, Sakura Andô, Mayu Matsuoka, Jyo Kairi, Miyu Sasaki, Kirin Kiki Estreno en Festival de Cannes 13 mayo 2018; en Japón 8 junio 2018; en España 21 diciembre 2018
Hay cierta tendencia a idealizar la amistad, a pensar que la elegimos y que la buscamos a nuestra conveniencia y según nuestras necesidades. Si así fuera sólo proporcionaría felicidad y satisfacción, y sin embargo sabemos que no es exactamente así. Aceptado unánimemente es el dicho según el cual la familia es la que nos toca, los amigos los elegimos. Koreeda, que como muchos de sus colegas de profesión en Japón andan siempre tan interesados y preocupados por las relaciones familiares y las crisis y alegrías que suscitan, propone una familia muy peculiar en esta película a la que todos desde su estreno en Cannes, Palma de Oro incluida, parecen rendirse incondicionalmente. Viven en condiciones casi de subsistencia, a pesar de que son varios los sueldos que entran en el hogar, y mantienen una envidiable armonía que no parece casar con lo que es habitual en muchas familias del entorno. Hay una protección mutua que choca con la creencia habitual de que quien sufre no está dispuesto a proteger al prójimo, y una tendencia en todos su miembros a cultivar vicios ocultos, de la ludopatía al latrocinio pasando por el exhibicionismo, siempre con la necesidad del grupo y la compañía como telón de fondo. Sin embargo late en su interior una utopía, algo impracticable y lejos de la realidad, que ni la simple libre elección puede resolver. La experiencia nos dice que al final es tan difícil conciliar el respeto y el equilibrio emocional que resulta imposible que ni siquiera una comuna libremente seleccionada pueda funcionar. Hubiera estado bien que Koreeda, que ya ofreció una desolada visión de la filiación en Nadie sabe y convenció con sus obras Still Walking y De tal padre, tal hijo, hubiese optado por analizar esta premisa en lugar de intentar convencernos de la necesidad de librarnos de los convencionalismos sociales y políticos que nos han enseñado a vivir de manera impostada y poco natural. Al final lo que encontramos en este film es una serie de peripecias que en su conjunto pretenden convencernos de este extremo, pero que en su parsimonia y aparente inutilidad podría provocar no más que el hastío y el desinterés en el tantas veces sufrido y maltratado espectador o espectadora.
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