martes, 11 de diciembre de 2018

KURSK Rutinaria pero necesaria revisión de una tragedia impresentable

Bélgica-Luxemburgo 2018 117 min.
Dirección Thomas Vinterberg Guión Robert Rodat Fotografía Anthony Dod Mantle Música Alexandre Desplat Intérpretes Matthias Schoenaerts, Léa Seydoux, Colin Firth, Max Von Sydow, Michael Nyqvist, Peter Simonischek, Martin Brambach, Guido De Craene, Geoffrey Newland, August Diehl Estreno en el Festival de Toronto 6 septiembre 2018; en Bélgica 7 noviembre 2018; en España 5 diciembre 2018

Si hiciéramos un ciclo completo de películas ambientadas en un submarino no saldrían muchas, y la mayoría estarían relacionadas con amenazas nucleares. El diablo de aguas turbias, Operación Pacífico, Alerta roja: Neptuno hundido, El submarino, La caza del Octubre Rojo, K19 y Marea Roja, a falta de otros títulos que se nos escapen, conformarían este breve ciclo, al que ahora se suma Kursk, una muy bien intencionada producción europea que recrea el desafortunado naufragio del submarino nuclear ruso del mismo nombre y la criminal gestión de salvamento que acabó en tragedia. Ocurrió en el año 2000 y pasaron hasta diez días sin que el gobierno ruso fuera capaz de asistir a los supervivientes de una explosión consecuencia del mal estado de los torpedos almacenados en su interior y la alta temperatura a bordo; y lo que es peor, sin que aceptaran ayuda internacional por arrogancia y prepotencia, a pesar de que varios dispositivos británicos y suecos estaban alerta. Un penoso episodio de la historia reciente de un país que se resiste a abandonar la dudosa gloria del pasado, perpetuando de forma encubierta una especie de guerra fría que la mantenga en la cúspide del poder mundial. Hace bien el cine en recordarnos casos como éste, denunciarlos e intentar impedir a través de la memoria que se repitan. Con Luc Besson en la producción el film cuenta con la profesionalidad de Thomas Vinterberg, uno de los principales valedores del fenecido Dogma escandinavo, con la excelente Celebración a la cabeza, y realizador de films a veces tan efectistas como La caza. No es efectismo precisamente lo que caracteriza esta honesta y necesaria película, sin embargo se echa en falta algo más de temperamento en una cinta que se antoja algo fría, aunque no tanto como las aguas del Mar de Barents, en el Oceáno Ártico, en el que se hundió el submarino y con él toda su tripulación. Con un esquema que parece repetir el de El cazador de Michael Cimino, mostrándonos en un principio la amistad de los hombres que partirán hacia el destino fatal, en la boda de uno de ellos, a través de lo cual conocemos a sus familias, protagonistas más tarde del drama en su vertiente seca. Un reparto internacional permite que el inglés en que está rodado acuse los acentos pertinentes para lograr cierta naturalidad, un elemento más de antigua escuela que hace del film un producto académico y clásico en todas sus vertientes, que se ve con interés didáctico aunque echando de menos más emoción y calidez.

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