Guion y dirección Taila Waititi, según la novela “Caging Skies” de Christine Leunens Fotografía Nihai Malaimare jr. Música Michael Giacchino Intérpretes Roman Griffin Davis, Scarlett Johansson, Thomasin McKenzie, Taika Waititi, Sam Rockwell, Rebel Wilson, Alfie Allen, Stephen Merchant, Archie Yates Estreno en el Festival de Toronto 8 septiembre 2019; en Nueva Zelanda 24 octubre 2019; en Estados Unidos 8 noviembre 2019; en España 17 enero 2020
Tiene mérito haberse estrenado hace dos meses y colarse en los Globos de Oro, los Bafta y los Oscars, tras conseguir el Premio del Público en el Festival de Toronto, donde tuvo su puesta de largo hace cuatro. Y sin embargo nosotros no se lo vemos, por muy avalado que esté su director, el neozelandés de nombre maorí Taika Waititi, que hace cinco años logró que su película, dirigida junto a Jemaine Clement, Lo que hacemos en las sombras, se convirtiera en cinta de culto y diera paso incluso a una serie de televisión, además de abrirle las puertas de Hollywood para encargarse de la dirección de la hortera Thor: Ragnarok.
Como un híbrido se nos antoja esta película que combina comedia y drama sin acierto, mal hilvanado y desde luego poco o nada emocionante. Algo de Moonrise Kingdom y el particular, y para muchos irritante, universo de Wes Anderson, un poco de El gran dictador, Ser o no ser y Los productores, aunque sin el talento de Chaplin o Lubitsch ni la gracia y socarronería de Mel Brooks, y otro poquito de El diario de Ana Frank, da como resultado una cinta que entretiene sin trascender ni dejar huella, a pesar de los graves temas que trata y que deberían servir no solo para exorcizar fantasmas del pasado que siempre vuelven a acechar, sino para limpiar conciencias desorientadas en un mundo siempre en peligro de ver cómo sus derechos y libertades sufren recortes y deterioro. Waititi se toma muy a la ligera la fuente original, una novela en la que un niño adoctrinado en las Juventudes Hitlerianas toma conciencia de la barbarie cuando conoce a la niña judía que su madre activista de la liberación alemana refugia en su casa, mientras entabla inconsistentes conversaciones con un amigo imaginario en forma de Hitler al que da vida sin mucha gracia el propio director.
Sin embargo la sensación general es la de acumulación descontrolada de ocurrencias, algunas más graciosas que otras, demasiado complaciente con el enemigo y con una mal planteada atmósfera de ingenuidad en la que solo brillan las intervenciones de los niños Roman Griffin Davis, protagonista de la función, y Archie Yates. Entre las ocurrencias aplaudimos la inclusión en su banda sonora de versiones en alemán de I Wanna Hold Your Hand de The Beatles y Heroes de David Bowie.
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