Argelia-Francia-Bélgica-Qatar 2019 106 min.
Dirección Mounia Meddour Guion Fadette Drouard y Mounia Meddour Fotografía Léo Lèfevre Música Rob Intérpretes Lyna Khoudri, Shirine Boutella, Amina Hilda Douaouda, Yasin Houicha, Zahra Manel Doumandji, Marwan Zeghbib Estreno en el Festival de Cannes 17 mayo 2019; premiere en Argelia 21 septiembre 2019; estreno en Francia 9 octubre 2019; en España 7 agosto 2020
Aunque nacida en Rusia, Mounia Meddour es una realizadora franco-argelina que sorprendió el año pasado en Cannes con su primer largometraje, después de una dilatada carrera luchando por los derechos de la mujer en los países islámicos desde diversos frentes culturales, incluido el cortometraje. Papicha se ambienta en plena Década negra, que es como comúnmente se conoce la Guerra Civil argelina comenzada a finales de 1991, en un país democrático amenazado por el integrismo islámico personificado en el Grupo Islámico Armado, y mucho antes de que la Primavera árabe intentara amortiguar el intenso avance de la represión islamista durante la primera década del presente siglo.
Allí en Argelia y en esa época una joven estudiante universitaria emprende su particular cruzada contra el progresivo deterioro de los derechos de la mujer, organizando un desfile de moda al que se adhieren las jóvenes papichas orgullosas de su condición y dispuestas a todo por no perder los derechos adquiridos durante la endeble democracia así puesta en peligro. Meddour utiliza un lenguaje convencional para poner en imágenes tan dura situación, aunque se apunta el tanto de utilizar la metáfora, incidiendo así en el característico lenguaje poético con el que muchas cinematografías disfrazan sus reivindicaciones sociales y políticas. En este caso las telas juegan un papel crucial para poner en escena la oposición del tejido austero, áspero y oscuro de las esclavas del Islam, frente al más ligero y luminoso de estas jóvenes aguerridas.
El experimento funciona de forma irregular, con intensidad en sus episodios más dramáticos y cierta condescendencia en los muchos de relleno que articulan la función. Con todo sus méritos son evidentes, su valentía meritoria, aunque suene tópico, y sus reconocimientos aceptables, incluidos premios César a la mejor ópera prima y mejor actriz revelación para una joven Lyna Khoudri llena de frescura y expresividad, y premios en Valladolid a la mejor nueva directora y del público, aunque la proclama, sin duda necesaria, nos suene harto familiar.
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