Dirección Antonio Hens y Antonio Álamo Guion Antonio Álamo Fotografía Alfonso Sanz Música Antonio Meliveo Intérpretes Eloína Marcos, Rocío Marín, Carmen Vique, Jesús Castro, Juanma Lara, Josema Pichardo, Carolina Herrera, Carmen Aceituno, Charo Urbano, Aïda Santos-Allely, Joaquín Perles Estreno en el Festival de Málaga 23 agosto 2020; en salas comerciales 26 agosto 2020
Tras una fructífera carrera como dramaturgo, agitador cultural y directivo en la Administración Pública, Antonio Álamo debuta en el guion y la dirección cinematográfica con un producto tan coherente con su trayectoria profesional que parece patrocinado por una consejería o una delegación relacionada con asuntos sociales, lo que no resta mérito a la empresa. Para ello se vale de la ayuda del cordobés Antonio Hens, que desde su celebrado cortometraje En malas compañías, ha dedicado su escueta filmografía a denuncias de corte igualitario, especialmente en el apartado LGTBI.
Se trata ahora de trazar varios perfiles de mujer, gaditana para más señas, que lejos de haber asumido papeles de mujer independiente y moderna, se empeña en alargar estereotipos arrastrados de antaño, productos de una herencia maldita tan difícil de superar. Así, alrededor de lo que debía ser una distendida despedida de soltera con amigas, colegas y familiares, Hens y Álamo nos cuenta la historia de tres mujeres que quieren ser fuertes pero exhiben más debilidades de las que ellas mismas creen. El matrimonio, la maternidad y el ascenso social a través de la pareja protagonizan una historia que tiene en su estructura, el humor y la interpretación de su reparto coral, aunque algunas están algo histriónicas, sus mejores bazas. Sus directores saben cómo contar las historias, cómo ir de una a otra y cómo sacar partido a estos lastres hereditarios en los que el machismo se refleja no en el comportamiento del hombre sino en el de ellas mismas, como esas árabes ocultas bajo el burka que castigan a las semejantes que se resisten al sometimiento. Estos son burkas disfrazados de buen rollo, alegría sureña, flamenquito y ropa atrevida, pero que no duda en censurarse y censurar a las demás, a la vez que busca la felicidad en comportamientos aprendidos y asumidos que exteriorizan el fracaso de una educación castradora y sentimentalmente inidónea.
Mi gran despedida se centra en mujeres de clase media pero acento vulgar, echando mano para ello de lenguajes y conductas que bien llevadas no llegan a molestar y encajan perfectamente en el perfil de mujer elegido. La película funciona como entretenimiento y como llamada de atención para parar un machismo que tiene peaje también en la mujer sumisa y acomodada en comportamientos de vida rancios y tradicionales, aunque para ello eche mano de una tradición cómico-dramática de hace dos siglos, la del sainete de los Hermanos Álvarez Quintero, adaptado a tiempos actuales.
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