martes, 25 de agosto de 2020

THE DIXIELAB HOMENAJEA A LAS HEROÍNAS DEL JAZZ

XXI Noches en los Jardines del Alcázar. The Dixielab: Paula Padilla, voz y ukelele. Matías Comino, guitarra y banjo. Pablo Cabra, batería y tabla de lavar. Nacho Botonero, trompeta, saxo y clarinete. Daniel González, contrabajo. Programa: She Writes, She Plays. La mujer en los inicios del jazz. Lunes 24 de agosto de 2020

A nadie a estas alturas sorprende que haya surgido en Sevilla un movimiento de rehabilitación y reivindicación del más genuino jazz americano en su vertiente más clásica y legendaria. Sevilla Swing y los grupos intercambiables y retro alimenticios O Sister!, Très Bien! y The Dixielab han propiciado este resurgimiento que hubiera hecho las delicias de tantos y tantas melómanas que en plena décadas de los cuarenta y cincuenta tuvieron que conformarse con las raquíticas bandas y sus flemáticos instrumentos haciendo lo que podían para ambientar las tardes de viernes y sábados en espacios como el Hotel Cristina. Muchos de ellos y ellas hoy no darían crédito ante la perfección que se ha logrado en la recreación de estos sonidos genuinamente americanos, germinados en los clubes de Nueva Orleans y las emisoras de radio que cumplieron el difícil menester de aliviar los estragos provocados por la Gran Depresión. Ya hemos comentado en estas páginas la perfección mimética con que O Sister y Très Bien!, éste segundo desde una óptica más gipsy, al estilo de Django Reinhardt, han evocado ese estilo y espíritu, tan difícil de encontrar hoy día incluso en el país que lo vio nacer. No le va a la zaga The Dixielab, surgido hace apenas cuatro años, cuando se cumple un año del lanzamiento de su de momento único disco, que con miembros reconocibles de los otros dos conjuntos consigue extraer fiesta y nostalgia de la música.

En estas cálidas noches del Alcázar el conjunto sacrificó sus atuendos de época para vestir camisas hawaianas más acordes con la estación, mientras Paula Padilla lució su habitual flor en el cabello, y todos juntos reivindicaron el importante papel que también en este jazz incipiente tuvo la mujer, y que además de Berlin, Porter, Kern o Gershwin también hubo compositoras que nos dejaron piezas emblemáticas y perfectamente reconocibles que forman parte por derecho propio del acervo cultural americano. El programa incluyó algunos de los temas de su trabajo discográfico, Hear Me Talking to You, junto a otros seleccionados con el fin de diseñar esa huella indeleble que dejaron artistas como Ma Rainey, Lil Hardin o Marion Sunshine. El mítico Them There Eyes que inmortalizó Billie Holiday y de la que Diana Ross hizo una fabulosa versión en la película Lady Sings the Blues, donde daba vida a la legendaria Lady Day, arrancó con fuerza y mucho ritmo una velada que continuó con una de las más sobresalientes compositoras americanas, Dorothy Fields, ganadora de un Oscar en 1936 por la canción The Way You Look Tonight, escrita junto a Jerome Kern para que Fred Astaire la cantara en Swing Time (En alas de la danza). De ella seleccionaron la igualmente conocida I Can’t Give You Anything But Love, servida con iguales tintes dixie y ritmo desenfrenado a cargo del muy sincopado contrabajo de Daniel González, la chispeante guitarra de Matías Comino y la increíble percusión de Pablo Cabra. En sus solos, Nacho Botonero demostró controlar a la perfección los instrumentos de metal, con sensuales ornamentaciones y una proverbial facilidad para acentuar el carácter festivo y desenfadado de la propuesta.

Paula Padilla mantuvo en todo momento una línea de canto apropiada y homogénea, con variaciones y armonías imaginativas sin llegar nunca a ser atrevidas, y sin dejar pasar la oportunidad de hacer algo que se le da muy bien, imitar con su voz el sonido de la trompeta con sordina. Acaso lo único en lo que tanto ella como sus acompañantes deberían ahondar más es insuflar más sentimiento a la hora de contar sus historias, que es lo que al fin y al cabo contaban estas autoras en sus sentidas composiciones, a menudo relacionadas con las relaciones emocionales, su apreciación de la vida y la constancia y el esfuerzo que tenían que añadir para hacerse notar en un mundo dominado por los hombres. Padilla y su conjunto son afortunadamente productos de nuestra época, con la voz femenina tomando las riendas y controlando la situación, mientras se deja arropar y acariciar por los instrumentos de sus compañeros, con especial mención de la tabla de lavar con timbres, platillos y pequeña caja de resonancia que rasgó Cabra. El tono canalla desplegado en Happy Today, Sad Tomorrow, de Lil Hardin, compañera eclipsada de Louis Armstrong, el más dulce y sensual de Close Your Eyes, una canción de Bernice Pekere, apodada La reina de Tin Pan Alley por Irving Berlin en honor a la legendaria asociación de editores neoyorquinos que a finales del siglo XIX decidieron preservar la música popular americana, o el más irónico con el que se enfrentaron a otro clásico de la época, Some of These Days, precedieron al espectacular fin de fiesta propuesto en el espiritual Joshua Fit the Battle of Jericho, cuyo tema bíblico propició que Botonero diera a su clarinete un toque klezmer, y sobre todo en When I Get Low I Get High de Marion Sunshine, que nuestra Ana Belén con ayuda de Víctor Manuel popularizó a finales del siglo pasado bajo el título No me voy sin bailar. Y desde luego que no, los pies se nos iban casi sin darnos cuenta.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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