Dirección Fernando González Molina Guion Luiso Berdejo, según la novela de Dolores Redondo Fotografía Xavi Giménez Música Fernando Velázquez Intérpretes Marta Etura, Leonardo Sbaraglia, Carlos Librado, Benn Northover, Imanol Arias, Elvira Mínguez, Marta Larralde, Paco Tous, Pedro Casablanc, Ana Wagener, Álvaro Cervantes, Frances Orella, Itziar Aizpuru, Susi Sánchez, Alicia Sánchez, Patricia López Arnaiz, Colin McFarlane Estreno en Netflix 24 julio 2020
La tercera y última entrega de la Trilogía del Baztán, éxito casi sin precedentes en la literatura española de la última década, reincide en la mayoría de los defectos que asomaban en las anteriores películas, aunque en general podamos afirmar que la historia ha ido ganando en intensidad dramática, algo a lo que no es ajeno el buen trabajo de algunos y algunas de sus artífices en sus respectivos cometidos. Sin embargo sospechamos que el guion sigue empeñado en aglutinar cuanto dato y detalle vierte Dolores Redondo en las páginas de sus libros, lo que a efectos cinematográficos, y dado especialmente lo enrevesado y truculento de la trama, se vuelve en su contra y provoca que todo resulte demasiado confuso y difícil de digerir.
La versión española de las trilogías superventas con las que el cine está empeñado en hacer taquilla desde El señor de los anillos, y que en Europa tiene su versión más palpable en Millennium, aglutina demasiados ingredientes, lo que unido al limitado espacio en el que transcurre la trama, vuelve a hacer inverosímil la propuesta. Al Basajaun y el Ingula de las entregas anteriores sucede ahora el Tartalo, siguiendo la tradición mitológica vasca y navarra, con el fin de dar continuidad a una trama que funciona como un todo a la vez que presenta tres partes bien diferenciadas y con sus desenlaces correspondientes. Redondo acertó a la hora de adjudicar sus papeles principales a mujeres fuertes y decididas, aunque en más de una ocasión asome su vulnerabilidad, especialmente en lo que a relaciones maternofiliales se refiere. Sin embargo redunda en responsabilizar a las mujeres de esas prácticas satánicas con las que tanto se identifica el animalario fantástico del norte del país, por mucho que al tratar el tema de las sectas vuelvan a ser los hombres quienes ejerzan esa fascinación tan necesaria para ejercer el proselitismo.
A la dificultad de seguir una trama tan enrevesada y cargada de personajes y en la que se plantean tantas incógnitas sin que todas reciban su conveniente respuesta, se une el inconveniente del sonido directo y la deficiente dicción de muchos de sus intérpretes. Con todo recrea una atmósfera malsana interesante, con trabajos sobresalientes de su director de fotografía y el responsable de la banda sonora, mientras la intensidad dramática de esta tercera crece respecto a la esforzada anterior entrega y la muy deficiente primera de la trilogía, que apuntaba resultados más desastrosos de los que finalmente ha sido capaz de ofrecer el director de Palmeras en la nieve. Estrenada en Netflix directamente ante los buenos resultados que la emisión de las dos anteriores entregas tuvo en esta plataforma, su vocación internacional es evidente a la vista de la gran cantidad de países que se han sumado a su estreno digital.
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