Guion, dirección y fotografía Jonás Trueba Música Rafael Berrio, Alberto González, Andrei Mazga y Pablo Gavira Intérpretes Candela Recio, Pablo Hoyos, Silvio Aguilar, Pablo Gavira, Claudia Navarro, Marta Casado, Rony-Michelle Pinzaru, Javier Sánchez Estreno en el Festival de San Sebastián 23 septiembre 2021; en salas 22 octubre 2021
La reconquista, película dirigida por Jonás Trueba en 2016, está en la génesis de un proyecto entre el documental y la ficción que ha acaparado la atención del cineasta y su productora, Los Ilusos, durante los últimos cinco años. Allí los jóvenes Candela Recio y Pablo Hoyos daban vida a los protagonistas en edad adolescente, inspirando a la vez a su director un ambicioso proyecto que hablara de los jóvenes del nuevo milenio, sus problemas e inquietudes. Cuatro episodios a lo largo de casi cinco horas ocuparon el proyecto, un work in progress que ahora da luz a un largo de generosa duración, aunque para ello sacrifica una hora del metraje rodado y somete todo el material a un trabajo de edición, montaje y sonido, que en parte malogra a nuestro juicio el resultado final. Así, todo lo que en Solo somos, Principiantes, Si vamos 28, volvemos 28 y Tú también lo has vivido, era frescura y dejaba a sus protagonistas respirar y manejarse libremente, lo que acababa siendo muy revelador, en el global Quién lo impide adopta cierta impostura y acerca más su acabado al universo romántico y bobalicón de su autor.
Dos de aquellas cuatro películas se pudieron ver en el Festival de Sevilla del 2018, mientras la totalidad tuvo su estreno en la Cineteca de Madrid antes de la pandemia. Al material recopilado ahora se le ha añadido un prólogo y un epílogo que refleja el confinamiento y la incertidumbre que el coronavirus ha provocado en una generación a la que de momento se le ha escatimado prácticamente un año de sus vidas, en una edad en la que es fundamental aclararse, responder a sus preguntas y progresar en la vida ante la llegada de la madurez y la responsabilidad. Algo así como las trascendentales preguntas que uno de los jóvenes se hace acerca del amor y la muerte, y que desgraciadamente cobran ahora un mayor relieve de inseguridad e incertidumbre, de forma paradójica en grave contraste con unos planes de estudios que van alejándose paulatinamente de la asignatura que nos hace más libres, la filosofía. El mensaje es que aunque esto se produzca en aras de un mayor control sobre nuestras vidas, nada impida el ejercicio de un libre pensamiento y una reflexión informada sobre el sentido y el destino de nuestra existencia, que nadie impida que ese pensamiento y esa postura ante todo lo que nos rodea nos siga motivando. Llama poderosamente la atención comprobar cómo podemos sentirnos identificados con estas nuevas generaciones y sus anhelos quienes hemos entrado ya en la cincuentena, demostrando que al fin y al cabo y a pesar de la tecnología y los avances socioeconómicos, tampoco hemos cambiado tanto.
Lástima sin embargo que el estilo de su responsable, Jonás Trueba, siempre decantado hacia un romanticismo más bien ñoño, como también podíamos comprobar en su anterior película, La virgen de agosto, aunque posterior al material que da vida a esta última cinta, se apodere de un trabajo que en origen tenía otra intención e intensidad dramática. Queda la audacia de someternos a un ejercicio de metaficción en el que nunca acertamos a saber con exactitud lo que es verdad y lo que es inventado, una licencia apuntada ya desde un principio, y la frescura de un reparto juvenil que consiguió en San Sebastián el premio a la interpretación coral. También allí la película se hizo con el Fipresci de la crítica internacional y el Feroz en la sección Zinemaldia. A ellos les queda por delante la gran aventura de la vida, con sus desánimos, sus alegrías y sus miserias, demasiado camino por recorrer y muchas preguntas todavía por hacer.
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