Guion y dirección Harry Macqueen Fotografía Dick Pope Música Keaton Henson Intérpretes Colin Firth, Stanley Tucci, Pipa Haywood, Peter MacQueen, Nina Marlin, Ian Drysdale, Sarah Woodward, James Dreyfus Estreno en el Festival de San Sebastián 23 septiembre 2020; en Reino Unido 25 junio 2021; en España 22 octubre 2021
Parte esta básica y a la vez pretenciosa película de dos premisas interesantes. La primera es presentar una pareja gay madura ya sin el estigma de la aceptación personal y social, natural y plenamente integrada en su ambiente. La segunda es debatir sobre el supuesto sacrificio que acarrea una relación sentimental cuando apremian las dificultades, en este caso de salud, ya que a uno de sus vértices se le ha diagnosticado alzheimer. Surgen entonces las discrepancias entre el enfermo, decidido a toda costa a no convertirse en una carga, y su pareja, seguro de querer asumir dicha carga y ser dichoso ofreciendo todo su amor a quien más quiere cuando más lo necesita.
Pero esas premisas naufragan cuando el lote resulta tan endeble dramáticamente y fallido a nivel narrativo. Puede que sus reputados protagonistas, aunque no lo parezca, se esfuercen en dar credibilidad al drama, pero no logran transmitir esa sensación de pareja consumada y convencida, lo que se une a una fallida dirección de actores que ni siquiera consigue eso fundamental de que sus personajes cobren vida más allá del relato. Su apuesta por la sencillez y el acabado de cámara se traduce en un considerable tedio que ni siquiera el respiro que da una visita a la casa familiar de uno de ellos, pianista de fama mundial, logra remediar, cena y fiesta con gente allegada incluida. El otro por supuesto también se dedica a la creación artística, que la sensibilidad es en estos casos un ingrediente fundamental.
Pero ni su tesis está tratada con la profundidad que merece, y arranca además cuando la función ya lleva un buen recorrido, con hermosos paisajes británicos ilustrados con evocadora música, ya que también se trata de una road movie, ni sus personajes llegan a conmover y convencer lo suficiente, más cuando el enfermo está diseñado con las inevitables dosis de soberbia y autocompasión. Un tratamiento en general más próximo al teatro que al cine y la interpretación al final del refinado Salut d’amour de Elgar por el personaje interpretado por Firth, no ayudan demasiado, sumando más dosis de dulcificación a la estéril trama.
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