Guion y dirección Maite Alberdi Fotografía Pablo Valdés Música José Miguel Tobar y Miguel Miranda Documental Estreno en el Festival de Sundance 21 enero 2023; en Chile 24 agosto 2024; en España 12 enero 2024
Hace un par de años la directora chilena Maite Alberdi saltó a la fama con su particular visión de la vida en un asilo combinando realidad y ficción con pericia y humor. El agente topo sintonizó con público y crítica y logró para su autora un enorme reconocimiento internacional. Ahora regresa con esa rara combinación, más cerca esta vez del documental que de la estricta ficción, pero con un sentimiento más hondo y cierta intención conmovedora a ultranza, para contarnos la historia de amor entre Paulina Urrutia y Augusto Góngora, este último aquejado por ese gran mal de nuestra época que es el alzheimer y que amenaza con borrar nuestra existencia y nuestra identidad antes incluso de que hayamos muerto.
Alberdi narra no sin cierta sensibilidad el día a día de la entrañable pareja en sus últimos días de convivencia, antes de que la enfermedad y el consiguiente deterioro emocional y físico acabaran con la vida del periodista hace escasamente unos meses. Resulta sin embargo recurrente que el drama se asiente una vez más sobre un ambiente burgués y acomodado, como si sólo en esa clase social los estragos fueran evidentes. En cine hemos atendido a los casos reales de Pasqual Maragall y pronto de Carme Elías en formato documental, y Julianne Moore o Norma Aleandro se han prestado a interpretar víctimas de esta enfermedad en galardonadas ficciones. Pero siempre desde ese ángulo de comodidad y bienestar que permite que los gestos de amor sean más fáciles, lo que sin duda resta mérito a esa presunta historia de amor imperecedero que la realizadora, apadrinada por Pablo Larraín en la producción, se empeñan en vendernos. Resulta que el perfil de sus protagonistas, periodista comprometido él, ministra de cultura de Bachelet ella, podría haber dado juego a la hora de dar al conjunto una dualidad que nos permitiera observar los estragos de una enfermedad que borra la memoria, y a la vez el borrado que tantos se empeñan en hacer de los horrores sufridos en el pasado, sea Pinochet en Chile o Franco en nuestro país, con el fin de seguir avanzando y progresando sin sufrir los tropiezos de antaño. Sin embargo, este particular sólo queda meramente apuntado en una cinta que prefiere quedarse en la anécdota sentimental y particular de la vida en pareja, por muchos cortes de documental y televisión que ofrezca para reflejar ese carácter público de los retratados. En este sentido acierta Alberdi al reivindicar las bondades de la imagen y el sonido archivados para protegernos del olvido.
El film queda así como un testimonio convencional del amor en pareja y los estragos de una enfermedad más temible que la propia muerte, por muchos galardones que haya recibido, el Premio del Jurado en Sundance o el Forqué a la mejor película latinoamericana incluidos, además de estar nominada al Goya a la mejor película iberoamericana y precandidata al Oscar a la mejor película internacional. Los paseos y postales sentimentales de la pareja son ilustrados a modo de videoclip con canciones de Silvio Rodríguez o Juan Luis Guerra y las voces de Pablo Collado o Ismael Serrano.
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