domingo, 21 de enero de 2024

EL CORREO Cerdos ibéricos y diamantes

España-Bélgica 2023 101 min.
Dirección
Daniel Calparsoro Guion Patxi Amezcua y Alejo Flah Fotografía Tommie Ferreras Música Carlos Jean Intérpretes Arón Piper, María Pedraza, Luis Tosar, Laura Sepul, Nourdin Batan, José Manuel Poga, Luis Zahera, Manuel Gancedo, Antonio Buíl, Lukas Olszewski, Alberto Jo Lee, Stefan Weinert, Arantxa Aranguren Estreno 19 enero 2024


Fiel a su estética y su argumentaría, Calparsoro estrena su segunda película en apenas unos meses, tras ese Todos los nombres de Dios con el que nos mantuvo atados a la butaca. Y lo hace con esas historias de progreso a partir de la nada y a costa de la picaresca española que tanto le gustan y que entroncan dentro de su filmografía con títulos tan aseados como Hasta el cielo, y fuera de ella con directores de la transición hoy tan reivindicados como José Antonio de la Loma o Eloy de la Iglesia.

Pero los tiempos han cambiado y donde antes sólo habían callejeros condenados a finales trágicos, hoy abundan quienes se han aprovechado de las coyunturas que han hecho del país un lugar presuntamente más avanzado, aunque sea a costa de la clase trabajadora, la única que con su sudor y su vida semi esclavizada es capaz de mantener las mafias y corruptelas con las que ricos y políticos se hacen con el poder económico y social. En este contexto, Calparsoro ofrece otro thriller enérgico y exuberante, con medios holgados y una puesta en escena lujosa y suntuosa, que nos lleva de Madrid a Bruselas, de Ginebra a Marbella en coches deportivos descapotables y trajes de marca, mientras drogas, sexo y baile desenfrenado cortesía de una estupenda banda sonora de Carlos Jean, añaden atractivos a un espectáculo más entretenido que directamente denunciante de una realidad que nos duele y nos provoca rabia.

Un casting acertado contribuye también al éxito de una empresa en la que sólo nos desconcierta el trabajo de fotografía, que opta por filtros azulados algo vintage cuando le parece, sin que acertemos a entender por qué. Pero de lo que no cabe duda es que el director vasco ha aprendido el oficio, mantiene su mirada fija en la narrativa y gramática de Scorsese, aunque afortunadamente rebajada en violencia. Esa misma gramática le lleva a confiar en sus guionistas que su personaje protagonista, un carismático Arón Piper, se convierta en narrador de unos textos que su cultura y preparación no le permitirían entonar.  Entre los secundarios, destacamos a José Manuel Poga clavando ese personaje de político rastrero al que la mirada crítica de la cinta va encaminada.

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