viernes, 3 de febrero de 2023

BARDO, FALSA CRÓNICA DE UNAS CUANTAS VERDADES Onírica y pretenciosa

México 2022 159 min.
Dirección
Alejandro González Iñárritu Guion Alejandro González Iñárritu y Nicolás Giacobone Fotografía Darius Khondji Música Bryce Dessner y Alejandro González Iñárritu Intérpretes Daniel Giménez Cacho, Griselda Siciliani, Íker Sánchez Solano, Ximena Lamadrid, Louis Couturier, Luz Jiménez, Andrés Almeida, Clementine Guadarrama, Jay O. Sanders, Francisco Rubio, Noé Hernández, Fabiola Guajardo, Iván Massagué Estreno en el Festival de Venecia 1 septiembre 2022; en México 27 octubre 2022; en España 4 noviembre 2022; en internet (Netflix) 16 diciembre 2022

Daniel Giménez Cacho interpreta en esta interminable película a un cineasta documentalista mexicano que regresa a su país tras largos años viviendo y triunfando en Los Angeles, para recibir un homenaje de sus compañeros y compañeras periodistas. Le da la réplica, dando vida a su esposa, Griselda Siciliani, a quien vimos en Sentimental de Cesc Gay. La más acertada crítica que pueda hacérsele a esta película ya la pone Iñárritu en los labios de uno de los colegas, y declarado enemigo, del protagonista cuando se refiere a su último documental, al que define de onírico y pretencioso. Desmesurado y por momentos incluso irritante añadiríamos nosotros, además de repleto de referencias a otros cineastas, desde Fellini a Fosse pasando por Sorrentino y Buñuel, sin llegar en ningún caso a la grandeza ni el acierto de ninguno de ellos.

Está claro que el director de Amores perros y la insufrible Birdman se analiza a sí mismo, su país y su relación con el mismo, desde todo punto de vista, histórico, político, económico y social, en esta crónica saturada de momentos surrealistas y pistas diversas, a la que no obstante cabe reconocer su tremendo esfuerzo de producción, con un abultadísimo equipo internacional a su mando, y el concienzudo trabajo de su protagonista. No falta el collage musical en el que cumbias, cha cha chás, marchas, rancheras y música pop conviven con la partitura original de un Bryce Dessner que a menudo pretende emular a Morricone.

Entre sus numerosas secuencias y episodios caben destacar la de los desaparecidos, la conversación con Hernán Cortés sobre una montaña de indígenas cadáveres, y sobre todo el baile multitudinario en el que la cámara se mueve milagrosamente por todos los rincones y entre todos y todas las invitadas, mientras Cacho baila extasiadamente al son del Let’s Dance de Bowie a capellaPero a pesar de toda su espectacularidad, efectos visuales y una fotografía enfática excesivamente resuelta con gran angular y sin apenas primeros planos, además de continuos planos secuencia, todo resulta banal e intrascendente, frío y distante, convirtiéndose quizás en el trabajo menos logrado del director y su mayor fracaso hasta el momento. No hay en su película la poesía sincera e inspirada que profesa un auténtico bardo.

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