sábado, 18 de febrero de 2023

ELLAS HABLAN y mucho, con fundamento pero sin gancho

Título original: Women Talking
USA 2022 104 min.
Dirección
Sarah Polley Guion Sarah Polley y Miriam Toews, según la novela de la segunda Fotografía Luc Montpellier Música Hildur Gudnadóttir Intérpretes Rooney Mara, Claire Foy, Ben Whishaw, Jessie Buckley, Judith Ivey, Sheila McCarthy, Michelle McLeod, Liv McNell, Frances McDormand, Emily Mitchell, Kate Hallett, August Winter Estreno en el Festival de Toronto 13 septiembre 2022; en Estados Unidos 23 diciembre 2022; en España 17 febrero 2023


Después de debutar en la dirección con Lejos de ella, una intimista crónica sobre el alzheimer con Julie Christie como protagonista, la hasta entonces actriz Sarah Polley (El dulce porvenir, Mi vida sin mí, La vida secreta de las palabras, El amanecer de los muertos) trata en su tercer largometraje de ficción el espinoso tema de los abusos sexuales sufridos por las mujeres. Ambientada en el seno de una cerrada comunidad religiosa, anclada en el pasado a pesar de revelarse bien entrado el metraje de que nos encontramos en tiempo contemporáneo, y según su sinopsis en Bolivia, aunque todo apunta a que la acción se ha trasladado a los amplios paisajes del interior estadounidense, Polley adapta una novela de Miriam Towes que más bien adopta hechuras teatrales. De hecho, aunque se advierte desde un principio que es es fruto de la imaginación de unas mujeres, no deja de chirriar su elocuencia y didactismo a pesar de tratarse de iliteratas por imposición.

En un espacio tan cerrado como la comunidad patriarcal en la que habitan, con solo un amplio ventanal como metáfora de la esperanza, varias mujeres debaten sobre su incierto futuro, habida cuenta las continuas violaciones y abusos de toda índole de que son víctimas por parte de unos hombres que amenazan con el castigo eterno si ellas no perdonan a sus represores y agresores. Con la religión como continuo trasfondo y una diarrea verborraica como único recurso narrativo, la película rápidamente desvela su tendencia a la rutina, la monotonía y la reiteración, ahondando en cuestiones muy abordadas con mayor éxito en otras películas, sin que en esta ocasión logre captar nuestra atención a pesar de la urgencia y la relevancia de los hechos denunciados.

Cuenta con la producción de dos estrellas tan comprometidas como Brad Pitt y Frances McDormand, quien se reserva un personaje episódico pero relevante como porcentaje de esa población conformista y resignada femenina a la que da más forma, y más antipatía, la joven Jessie Buckley (La hija oscura). El único personaje masculino (Ben Whishaw) se muestra cómplice de las torturadas y aguerridas protagonistas, y se presenta por lo tanto como no podía ser de otro modo, sensible y llorón, todo un tópico, mientras las veteranas Judith Ivey y, sobre todo, Sheila McCarthy se apropian de una función tan descolorida como la fotografía que la retrata. Hildur Gudnadóttir ilustra musicalmente la propuesta, con mayor convención de la que nos tiene acostumbrados, y con cierta inspiración en el Lamento de Dido de Purcell. Solo un apunte sobre la necesidad de educar a las futuras generaciones y corregir así los defectos de una sociedad podrida, mantiene cierto interés a lo largo de su aburrido metraje.

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