Canadá-Francia 2012 108 min.
Guión y dirección David Cronenberg, según la novela de Don DeLillo Fotografía Peter Suschitzky Música Howard Shore Intérpretes Robert Pattinson, Sarah Gadon, Paul Giamatti, Kevin Durand, Juliette Binoche, Samantha Morton, Jay Baruchel, Matthieu Amalric, Emily Hampshire, Patricia McKenzie Estreno en España 11 octubre 2012
Cuando el controvertido escritor norteamericano Don DeLillo forjó Cosmópolis no había crisis ni tan siquiera se atisbaba. Como cronista de la América contemporánea que es, y figura central del posmodernismo literario que está considerado, su intención con esta novela era plasmar los efectos traumáticos que en la sociedad neoyorquina, y mundial por extensión, habían generado los atentados terroristas del 11 de septiembre. Sin embargo logró una obra profética en la que se atacaba duramente el capitalismo recreando una sociedad en la que las diferencias de clase se acentuaran tanto que generasen una serie de conflictos sociales extremos e inasumibles. Robert Pattinson incorpora a un joven y arrogante megarrico y extremadamente caprichoso que decide atravesar un Nueva York sumido en las revueltas y en el caos provocado por una visita del presidente de los Estados Unidos, con el único fin de cortarse el pelo en su peluquería de siempre. Prácticamente encerrado en su limusina, despacha papeleo de oficina, encuentros sexuales, negocios y terapias psicológicas con personajes varios, al son de unos diálogos ininteligibles y pretenciosos, que poco o nada arrojan sobre la verdadera carga argumental e ideológica de una película que conforme avanza va degenerando en desinterés y falta de entusiasmo. Si en su primera parte podemos llegar a disfrutar con su atractiva e hipnótica puesta en escena, con una fotografía excelente y una banda sonora subyugante, y descubrir por fin a un Pattinson que bien dirigido puede llegar a ofrecer una interpretación convincente y matizada (en el otro extremo está su desastrosa incorporación de Bel ami), todo su artificio e impostura se torna en contra conforme avanza el metraje y descubrimos que no aprehendemos nada y que nuestro cerebro de mosquito no está preparado para una carga intelectual tan excesiva como la que parece querer plasmar el últimamente insufrible director de La mosca y Promesas del este. Los ojos azules que descubre Sarah Gadon en su esposo Pattinson, y la próstata asimétrica que le diagnostica su médico parecen estar en los extremos opuestos de una perfección cuya simbología y explicación se encuentran fuera del alcance de nuestra discreta inteligencia, a la vez que representan la forma y el fondo de esta pedante película; o es que sencillamente Cronenberg se ha pasado de listo y nos sume deliberadamente en el más absoluto de los aburrimientos.
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