Dirección Tim Burton Guión John August, según el argumento de Tim Burton y Leonard Ripps Fotografía Peter Sorg Música Danny Elfman Voces originales Charlie Tahan, Atticus Shaffer, Catherine O’Hara, Martin Short, Winona Ryder, Martin Landau, Robert Capron, Conchata Ferrell, Christopher Lee Estreno en España 11 octubre 2012
Tercer largometraje de animación producto de la factoría de Tim Burton, tras la excelente Pesadilla antes de Navidad y la más que interesante La novia cadáver. Esta vez Burton se convierte en referencia de sí mismo y rescata el cortometraje con el que se dio a conocer antes de embarcarse en la realización de largometrajes; una pieza hoy de culto que con el mismo nombre rendía homenaje a su propio perro, muerto cuando el artista era aún un niño. Tomando como referente al Frankenstein de James Whale, un niño disfrazado de científico loco devolvía a la vida a su mascota; naturalmente ahora va a más, alargando su metraje a costa de nuevos personajes y situaciones que enriquecen la propuesta original y convierten el producto en una gozosa experiencia, sobre todo para cinéfilos que sepan apreciar en él el sabor de la nostalgia por un cine ingenuo e imaginativo que con pocos recursos conseguía entretener a millones de personas en las décadas de los 50 y 60. No es difícil imaginar al propio Burton como el niño protagonista, una suerte de friqui obsesionado con las ciencias que mata todo su tiempo encerrado en su boardilla-laboratorio. Y alrededor de él una pandilla de niños no menos friquis cuyas motivaciones desencadenarán una trama entre divertida y terrorífica en la que podremos apreciar multitud de referencias, propias (Batman, Eduardo Mansotijeras, Pesadilla antes de Navidad, Ed Wood) y ajenas (Gremlins, La momia, Godzilla, La novia de Frankenstein, Drácula). Todo ello siempre con un cuidado sentido estético, rodada en blanco y negro para acentuar esa vocación de tributo y referente, una magnífica utilización de la técnica del stop-motion y un magnífico plantel de voces (en su versión original), muchas de ellas enmarcadas también en ese universo burtoniano del que la película parece ser una recapitulación. No por ello pierde su condición de producto aislado, cinematográficamente puro y narrativamente lleno de interés, como divertimento y como vehículo para generar inquietud sobre temas universales como la diferencia, la tolerancia, el entendimiento, la justicia y el amor al prójimo, de cuatro y dos patas. Un motivo de reconciliación para quienes hubieran perdido la fe en este imaginativo y original creador, tras sus últimos y supuestamente acomodaticios trabajos.
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