Bélgica-Holanda 2011 109 min.
Dirección Lee Tamahori Guión Michael Thomas, según el libro de Latif Yahia Fotografía Sam McCurdy Música Christian Henson Intérpretes Dominic Cooper, Ludivine Sagnier, Raad Rawi, Mimoun Oaïssa, Khalid Laith, Philip Quast, Nasser Memarzia
Estreno en España 5 diciembre 2012
Hay historias que por increíbles que parezcan resultan ser ciertas, y la que cuenta el ex combatiente iraquí Latif Yahia es tan extraordinaria y estrambótica que mucho se ha tardado en llevarla a la gran pantalla. Planteada como un cruce entre Príncipe y mendigo y Doctor Jeckyll y Mister Hyde, la película de Lee Tamahori se adentra con más morbo y sensacionalismo que verdadero análisis en las entrañas de un monstruo contemporáneo, un ogro sin conciencia, sensibilidad ni mesura que respondía al nombre de Uday y cuyo padre era todo un experto carnicero, Sadam Hussein. Caprichoso y sanguinario, será su doble forzado, de moral diametralmente opuesta a la de su dueño, quien con su mirada nos desvele los encantos de quien disfrutaba a diario con la tortura, la humillación y la sumisión más extrema. Todo un festival de crímenes, atropellos y extorsiones que no derivan precisamente en un juicio ético, por mucho que sea evidente la postura a tomar respecto a tan execrable personaje. Más cerca del debut cinematográfico de su director, Guerreros de antaño, que de los títulos acomodaticios que rodó después en Hollywood, desde La brigada del sombrero a Muere otro día, pasando por El desafío, Tamahori ofrece en esta película mucha carnaza, con una realización precisa y contundente apoyada en una dirección artística esmerada y una interpretación doble sobresaliente del joven novio de Amanda Seyfried en Mamma Mía. Pero el resultado le ha quedado demasiado epidérmico, y no consigue adentrarse en el cuerpo del asunto, en su anatomía, diseccionando el origen de ese mal, la estirpe que lo promueve y la estructura que lo mantiene.
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