USA 2016 84 min.
Guión y dirección Richard Tanne Fotografía Patrick Scola Música Stephen James Taylor Intérpretes Tika Sumpter, Parker Sawyers, Vanessa Bell Calloway, Phillip Edwrad Van Lear, Taylar Fondren, Deanna Reed-Foster, Jerod Haynes, Tom McElroy, Stephanie Monday Estreno en el Festival de Sundance 24 enero 2016; en Estados Unidos 26 agosto 2016; en España 23 diciembre 2016
Atendiendo al estreno de Haz lo que debas de Spike Lee, que los protagonistas ven en un cine casi al final de la película, esta primera cita entre Barack Obama y Michelle Robinson que ilustra el joven debutante blanco Richard Tanne, debió acontecer entre finales de julio y principios de agosto de 1989, en un apacible Chicago cuyos vecindarios de color exhiben las carencias y necesidades que la comunidad afroamericana sentía en esa época, casi veinte años antes de que Estados Unidos estrenara un presidente negro. Como una emotiva declaración de amor y respeto al presidente que tuvo en sus manos cambiar el rumbo del Mundo, pero que acumuló más frustraciones que logros, a pesar de que siempre lo mantendremos en nuestra memoria como un hito emocionante e imperecedero, Tanne elabora un guión ingenioso y atractivo en el que casi fantasea con esa primera cita romántica, aunque ella asuma el latoso papel de la resistencia femenina, para situar de manera consistente y ordenada toda declaración de principios del futuro presidente y detalles de su personalidad, así como de su futura esposa, en esta sencilla y modesta pero efectiva película. Entre paseos, visitas a museos, con especial énfasis en el análisis de la pintura de Ernie Barnes, viajes en coche y copas en bares ilustrados con excelente música soul, bailes desatados en el parque al son de percusión africana, y paseos junto al gran lago Michigan a la altura del Planetario, Obama y Michelle desgranan sus anhelos y principios cuando él trabajaba como asociado temporal en el bufete Sidley Austin y ella era su consejera, hasta desembocar en una reunión de comunidad a la que él prestaba su asesoramiento, que parece ser ocurrió realmente en una cita posterior. Esta licencia sirve para que él ejerza sus habilidades como conferenciante y haga símil con el primer alcalde negro de Chicago, Harold Washington, cuyas frustraciones con respecto a la comunidad parecen vaticinar las suyas propias. Parker Sawyers y Tika Sumpter no sólo exhiben unos parecidos más que razonables con los homenajeados, sino que demuestran tener un dominio absoluto de la profesión, encajando detalles de los personajes tan sutiles que sin grandes aspavientos consiguen reflejarlos casi a la perfección. Todo está mimado y cuidado al detalle, como la reacción del jefe blanco de Obama a la salida del cine donde proyectan el clásico de Spike Lee; y no tienen desperdicio los títulos finales, ilustrados con pinturas de Barnes que reflejan las a menudo desdichadas constantes de la comunidad negra en el país de las oportunidades. John Legend produce la película y compone y canta la hermosa canción de los títulos finales, toda una declaración de admiración al presidente que como si de una traición se tratara pasa el testigo al infame Donald Trump.
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