El proyecto que Juan García y el CICUS pusieron en marcha hace ya seis años continúa su fecunda andadura para gozo de un público que no ha perdido en todo este tiempo el entusiasmo y la confianza por un conjunto que ha dejado tan alto el listón de la interpretación musical en un marco estrictamente académico. Llama la atención cómo año tras año y a pesar de las lógicas y evidentes transformaciones de plantilla, el director ha sabido conjugar los ingredientes que maneja la orquesta para que su sonido sea homogéneo e identificable. La disciplina férrea a la que sin más remedio han de entregarse estos jovencísimos intérpretes para lograr resultados tan estimulantes, y estos programas tan atractivos que sus responsables confeccionan, hacen que cada cita de las escasas propuestas se convierta en un acontecimiento para los melómanos que se han dejado seducir.

Arropado con acierto por gran parte de su alumnado, Israel Martínez brindó un Concierto para violonchelo de Edward Elgar, pieza emblemática del repertorio, bien articulado y estructurado, con un arranque en el que acertó a marcar su carácter indolente, continuando por sendas dramáticas y desgarradoras, incluidos pasajes vertiginosos muy bien resueltos, si bien asomaron puntuales fallos de entonación que suplió con un evidente sentido del lirismo que también le acompañó en un emotivo tema de inspiración hebrea que ofreció como propina.
Artículo publicado en El Correo de Andalucía el 4 de diciembre de 2016
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