Reino Unido 2019 109 min.
Dirección James Kent Guión Joe Shrapnel y Anna Waterhouse, según la novela de Rhidian Brook Fotografía Franz Lustig Música Martin Phipps Intérpretes Keira Knightley, Alexander Skarsgard, Jason Clarke, Kate Phillips, Anna Katharina Schimrigk, Flora Thiemann, Martin Compston, Jannik Schümann Estreno en Reino Unido 1 marzo 2019; en España 12 abril 2019
Folletín romántico ambientado en la post Segunda Guerra Mundial. Un escenario que debería ser fascinante, el de la Alemania que la conflagración dejó en ruinas, y los latigazos que aún provocaba entre la juventud hitleriana el hecho de haberla perdido. En ese ambiente un oficial británico recibe órdenes de participar en la reconstrucción de Hamburgo, a nivel físico y moral, para lo que se le asigna una mansión en la que vivir junto a su esposa. Los traumas de un pasado protagonizado por una guerra cruenta y despiadada, se dan la mano con la relación forzosa que ha de entablarse con los moradores del inmueble, derivando en un romance donde la infidelidad se combina con los sentimientos patrióticos encontrados y los traumas reseñados.
James Kent se ha curtido en la televisión, donde ha dirigido documentales y series. Hace años dirigió a la reciente ganadora del Oscar Olivia Colman y a Vanessa Redgrave en El cuento número trece, y hace menos a Alicia Vikander en otro romance ambientado en esta ocasión en la Primera Guerra Mundial, que tuvo poca repercusión mediática, Testamento de juventud. Ahora se encarga con oficio y pulcritud de la realización de este melodrama a mayor gloria de los mohines y vestuario de época de Keira Knightley, dejando en el camino las infinitas posibilidades que ofrecía la historia y su emplazamiento, que podría haber dado lugar a una más que interesante crónica sobre las consecuencias inmediatas de la guerra, sobre todo respecto a las huellas que deja en el corazón.
Pero lo cierto es que todo se queda en un ejercicio vacuo y meramente entretenido, con el único aliciente para los melómanos de la música, Camille Saint-Saëns o Debussy por ejemplo, como detonante de sentimientos nobles y en cierto modo reconciliadores.
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