Ópera de Jacques Offenbach con libreto de Jules Barbier según la obra de Michel Carré basada en cuentos de E.T.A. Hoffmann. Marc Minkowski, dirección musical. Johannes Erath, dirección escénica. Heike Schelle, escenografía. Gesine Völlm, vestuario. Fabio Antoci, iluminación. Alexander Scherpink, video. Anne Gerber, dramaturgia. Con John Osborn, Pretty Yende, Alex Esposito, Paula Murrihy, Eva Kroon, Moisés Marín, Tomislav Lavoie, Isaac Galán, Marcel Beekman, Roger Padullés y Tomeu Biblioni. Coro y Orquesta de la Comunidad Valenciana. Producción de la Sempeoper deDresde. Palau de Les Arts Reina Sofia, Valencia. Domingo 20 de enero de 2022
Aplazado el estreno del pasado jueves a ayer domingo por motivos que ya pueden imaginar, Los cuentos de Hoffmann asomaron por fin en la ciudad del Turia, quedando el número de representaciones reducido de cinco a cuatro. Se trata de un título que, aunque es bastante popular y muy representado a nivel mundial, por estas latitudes es difícil pescarlo. En Sevilla no se ve desde 2001, y aquí en Valencia supone la primera vez que se programa en el Palacio de Calatrava. La novedad ahora es que se presenta en una edición crítica preparada por su director musical, el célebre y reconocido Marc Minkowski, en 2012. Bien es sabido que la ópera del autor de La bella Helena y Orfeo en los infiernos nunca se presenta en versión definitiva, sencillamente porque no existe. Su autor falleció antes de asentar una versión definitiva, después de verse obligado a someterla a tantos retoques como exigencias le llegaban del público, la crítica y los programadores. El secreto de una versión definitiva se lo llevó a la tumba, porque desde su primera función ha sido siempre objeto de multitud de revisiones e interpretaciones, conforme además han ido apareciendo nuevos documentos sobre su proceso creativo. De hecho, hasta finales del pasado siglo el acto de Julieta, además de constituir el segundo y no el tercer acto, tenía un contenido dramático bastante diverso al que hoy mantiene. Podríamos decir, utilizando una terminología moderna, que Los cuentos de Hoffmann es un work in progress, sometido a continuos reajustes y reinterpretaciones. Así la ha presentado Minkowski en una ciudad que ya conoce al haber interpretado aquí su especialidad, la música barroca, junto a su orquesta Les Musiciens du Louvre.
Quien también ha sometido a una profunda reinterpretación la obra es su director escénico, el muy solicitado artista alemán Johannes Erath,
que para la ocasión ha ideado un trabajo extremadamente complejo y
sofisticado en el que el escenario se transforma continuamente ante
nuestros ojos sin que apenas percibamos el proceso, entre cortinas,
proyecciones y telones que hacen que lo mismo sea continuamente diferente,
partiendo además de una idea muy original en el que en escena se
representa a modo de espejo el propio patio de butacas y balconada del
teatro en cuestión, en este caso Les Arts. Y ya que la música y el texto no se pueden cambiar,
y que el ideal de mujer que presentan Hoffmann y Offenbach se revela
arcaico e inconveniente en nuestro tiempo, con tres facetas de la misma
que la presentan fría y sin alma (la muñeca Olimpia), divina y vanidosa
(la enfermiza Antonia) y seductora y embaucadora (la cortesana Julieta),
quizás vestir al trío protagonista (Hoffmann, Lindorf y sus otras tres personalidades, y la musa y el estudiante Nicklausse) con el color que reivindica a la mujer, el púrpura,
así como hacer lo propio con Stella y sus alter egos en ese blanco
inmaculado de la inocencia, a medio camino entre una novia y una
bailarina, amortigüen esa mirada algo misógina vertida por el poeta y el compositor, para quien el amor ciego nos vuelve aún más ciegos. Lástima que entre tanta ocurrencia y destello de autoría la que termine perdiendo sea la dramaturgia, prácticamente imposible de seguir en
esta enmarañada puesta en escena, la mayoría de las veces saturada de
conceptos y figurantes, siguiendo fundamentalmente una estética muy
parecida a la del cabaret alemán, perceptible sobre todo en la Venecia del tercer acto, y abusando de la conceptualidad como recurso artístico en
elementos como la caída de pelotas de ping pong simulando ojos en el
primer acto, dedicado a la caprichosa Olimpia. Fue en definitiva una
versión que a nivel escénico potenció el carácter de pesadillas,
más que el de relatos, que atormenta al protagonista, tanto que fue
incluso posible atisbar influencias del Dalí hitchockiano que lució en Recuerda. Un montaje ciertamente en las antípodas de esa legendaria versión cinematográfica de Michael Powell y Emeric Pressburger que
la Filmoteca de Valencia tuvo el acierto de programar en versión
remasterizada y extendida a solo un par de días de este estreno de la
ópera en Les Arts.
Otra cosa es el resultado musical de este montaje, en el que se dan cita nombres muy atribulados y autorizados para llevar a buen puerto una muy satisfactoria versión de
la ópera. Las novedades de Minkowski necesitarían una guía muy
meticulosa para poder ir desgranándolas una a una, pero digamos que
llama mucho la atención que el tercer acto enlace con el epílogo a
través de una versión a solo arpa de la popular barcarolla, o que
la versión a coro de ésta no aparezca como final de dicho tercer acto
sino a mitad del mismo. Por lo demás, la batuta de Minkowski, también
muy familiarizado con la música de Offenbach, como demuestra por ejemplo
el estupendo registro que grabó junto a Anne Sofie von Otter con arias
de sus óperas y operetas, sacó lustre de la magnífica Orquesta de la Comunidad Valenciana,
si bien su particular experiencia barroca se dejó entrever en algunos
pasajes resueltos con más aspereza de la conveniente, y en general su
dirección nos pareció que adoleció de un mayor vuelo lírico.
Pretty Yende |
Artículo publicado en El Correo de Andalucía
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