miércoles, 12 de enero de 2022

WAGNER CORONA UN DELIRIO HOMOERÓTICO

Banco de proyectos ICAS. Margen. Álvaro Romero, cantaor; Antiel Jiménez, actor; Proyecto OCNOS: Gustavo Domínguez, clarinete y Pedro Rojas, guitarra eléctrica; Cachito Vallés, espacio escénico; Rafa Garhés, vestuario; Abelardo Castro, producción y videos; Javier Mora, sonido; Rafael R. Villalobos, concepto, iluminación y dirección. Música de Helmut Lachenmann, Pietro Giramo, Richard Wagner, Álvaro Romero y Proyecto Ocnos sobre textos de Alex Espinoza, Rafael R. Villalobos y Miguel Benlloch. Espacio Turina, martes 11 de enero de 2022


Después de la excelente exposición Diferentes en el Espacio Santa Clara, prometía mucho este proyecto del ICAS con el que el Espacio Turina inaugura el año, basado en textos del escritor mejicano afincado en Los Angeles Alex Espinoza y el artista, poeta, performer y activista político y cultural Miguel Benlloch, nacido en Granada y afincado en Sevilla, donde murió hace poco más de tres años. Cada uno según su estilo y parámetros analizaron y desglosaron el papel de la homosexualidad, sus gozos y calvarios, en sus obras y reivindicaciones, con especial énfasis en esta ocasión en el último libro publicado de Espinoza, Cruising: Historia de un pasatiempo radical. Esto y el hecho de que el espectáculo se desarrolle íntegramente en penumbra, hacía presagiar un interesante y, en el mejor de los casos inteligente, trabajo sobre otros estilos de vida, otras formas de vivir la sexualidad, de disfrutar sin molestar, sin hacer daño a nadie salvo a quien se empeñe en sentirse amenazado o amenazada a través del miedo a lo diferente. Se trataba pues de mostrar que no hay márgenes para el género ni para la sexualidad, ni lo debe haber para el arte, que debe fluir no solo por el río o curso en el que ha sido etiquetado sino también por esas otras zonas fuera del confort al que nos hemos acostumbrado.

Sin embargo, en la práctica nos encontramos con un trabajo en progreso, posiblemente estrenado entre prisas y presiones, en el que se atisban ideas pero falta desarrollo, abunda la confusión y más de un detalle queda por perfilar. En el escenario unas luces de neón se encienden y apagan sin una explicación lógica, mientras unas proyecciones de escasa definición se empeñan en mostrar partes del cuerpo humano a la vez que una voz en off recita textos del propio Rafael Villalobos en torno a la concepción del hombre y la identidad que proponía el filósofo y psicólogo Michel Foucault, un referente y una constante en el laureado director escénico sevillano. Sobre el escenario cuatro personas se dejan la piel, el ecléctico cantaor gaditano Álvaro Romero y el actor Antiel Jiménez, ambos reconocidos activistas homosexuales, además de los músicos de Proyecto Ocnos Gustavo Domínguez y Pedro Rojas, rubricando así una relación entre conjunto musical y director artístico que ha dado ya algunos frutos más o menos reconocidos, como Hafune o Marie.

De izquierda a derecha Rojas, Romero, Jiménez y Domínguez

Con tanto nombre comprometido e interesante sobre el escenario, tras él y bajo las citas literarias y musicales escogidas, este proyecto experimental tendría que haber volado más alto y no quedarse en una mera sucesión de episodios que redundan en la sordidez, lo siniestro y lo tétrico con que habitualmente se ilustra una forma de vivir la sexualidad que en realidad busca en el desprejuicio y la libertad su motivo y razón de ser. El recurrente lamento y el quejío predominan así sobre la celebración y la convicción. Tras los textos de Belloch declamados por Romero con aires flamencos pero una línea parecida a la de los niños de San Ildefonso, un Antiel Jiménez en suspensorios se mueve con una sensualidad ambigua sobre el escenario mientras un excelente Gustavo Domínguez recrea la inquietante música de Helmut Lanchenmann entre acordes, soplos y jadeos, en actitud acosadora al portar el actor la partitura que el clarinetista sigue al dedillo. Este momento constituyó el mejor y más sugerente del programa, mientras Romero encontró su momento de mayor lucimiento cuando ataviado con ropa tradicionalmente considerada de mujer cantó en su particular estilo al compositor barroco napolitano Pietro Antonio Giramo, sin que sus letras merecieran subtitulado alguno, a pesar de lo mucho que la propuesta escénica abunda en sobretítulos. Rojas acompañó en esta ocasión con disonante y perturbadora guitarra eléctrica, demostrando una vez más que lo mejor de la función lo ofreció Proyecto Ocnos. Y finalmente llegó Wagner, adalid del arte total en el que Villalobos parece querer reflejarse. Su Liebestod de Tristán e Isolda, convenientemente distorsionado y manipulado, ilustró un pretendidamente poético final en el que el cuerpo desnudo de Jiménez es bañado y emplumado por un entregado Romero, después de que el primero levite sobre el escenario bajo una capa roja pasión. Hubiésemos preferido mejor teatro y mayor transmisión de alma y emoción, pero al menos nos quedamos con algunas de sus interesantes propuestas musicales.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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