domingo, 4 de septiembre de 2022

LAURA MOTA CAMINANDO HACIA LA MADUREZ

XXIII Noches en los Jardines del Real Alcázar. Laura Mota, piano. Programa: Sonata-Fantasía nº 2 en sol sostenido menor Op. 19, Preludio y Nocturno para la mano izquierda Op. 9, Estudio en do sostenido menor Op. 2 nº 1, Estudio en re sostenido menor “Patético” Op. 8 nº 12 y Fantasía en si menor Op. 28, de Scriabin; Elegía en Mi bemol mayor de Morceaux de fantaisie Op. 3 nº 1, Etude-Tableaux en re menor Op 33 nº 4, Preludios Op. 23 nº 4 en Re mayor y nº 5 en sol menor, de Rachmaninov. Sábado 3 de septiembre de 2022

Foto: Actidea

Las Noches del Alcázar encaran sus últimas jornadas con una inusual y agradable bajada de temperatura para estas fechas, lo que se hizo notar considerablemente en el debut sevillano de la prometedora pianista asturiana Laura Mota, con apenas diecinueve años y todo un futuro por delante. Para ello adaptó su programa a una de las efemérides elegidas este año por la organización del evento para completar sus habituales ciclos, el ciento cincuenta aniversario de Alexander Scriabin, confrontando su arte pianístico al de su contemporáneo Sergei Rachmaninov, quien estudió en profundidad las partituras de su paisano para adaptar a su particular estilo sus múltiples progresos, si bien manteniendo en todo momento una personalidad propia, matiz que es imprescindible captar para hacer justicia plena al trabajo de cada uno de los dos compositores convocados. Es ahí donde quizás echamos más en falta un trabajo de mayor envergadura en la a todas luces magnífica técnica y solvente expresividad de la pianista, que miró tanto a los precedentes de los dos compositores, Debussy y sobre todo Chopin, que desdibujó en cierto modo la distinción entrambos.

Tan tímida como discreta, Mota obvió esos preceptivos comentarios a las obras que habitualmente se recomienda hacer a los artistas convocados, lo que acortó en buena medida la duración del concierto, dejando margen holgado para la consabida propina, tampoco presentada y que evidentemente pertenecía al catálogo del compositor homenajeado. Resulta paradójico que tratándose de un artista de la miniatura, la joven pianista se decantara por piezas de mayor envergadura y duración, siempre dentro de los límites constreñidos por los que optó el autor. Así, la Sonata-Fantasía Gloriosa nº 2 con la que arrancó la exhibición, tiene una duración aproximada de doce minutos, por los que Mota se desplazó entre la elegancia y el refinamiento, resolviendo con claridad sus complejas texturas aunque obviando ese toque navegante que parece sugerir la partitura en sus múltiples crescendos y decrescendos, mirando más al romanticismo chopiniano que al toque impresionista que también la informa. Muy exigente para su interpretación, Mota supo combinar la calma del andante con la agitación del presto, donde ofreció unas muy contrastadas dinámicas y una depurada técnica.

Foto de archivo
Tras este notable preámbulo, la joven prosiguió con el bloque dedicado a Rachmaninov, con la Elegía que da inicio al Morceaux de fantaisie Op. 3 recitada con delicadeza y moderación, pero algo falto de aliento poético y una mayor profundidad e intensidad armónica, a la que siguió siempre desde el dominio técnico casi absoluto con un Estudio Op. 33 nº 4 bien definido y con un más que correcto desarrollo, en su punto exacto de sentimiento y estado de ánimo, que derivó en unos preludios Op. 23 entre el lirismo meditado del nº 4 y la bravura del 5, resuelto con enorme sentido del equilibrio y la contención dramática. Una de las páginas más sorprendentes de la velada fue el Preludio y Nocturno para la mano izquierda que Scriabin concibió para aliviar sus problemas con el brazo derecho derivados de su ferviente y arduo trabajo con la enrevesada obra de su adorado Liszt cuando era aún adolescente. Prodigio de contención, legato y equilibrio expresivo, Mota resolvió la pieza con sorprendente madurez y claridad expositiva, lo que también se denotó en el Estudio Op. 2 nº 1, emotivo y sentimental, y el agónico y extremadamente ágil aunque algo corto de aliento poético Estudio Op. 8 nº 12, hasta finalizar con la Fantasía Op. 28, cuya complicada técnica resolvió mejor que su obsesivo y dramático desarrollo expresivo. El tiempo sin duda irá depurando estas mínimas carencias que una vez superadas harán de ella una artista formidable.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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