domingo, 28 de abril de 2024

INQUIETANTE META-FICCIÓN MUSICAL DE CÉSAR CAMARERO

Cómo subir una escalera sin peldaños. Foto-teatro musical de César Camarero con texto de Virginia Nogueira según el relato “A Shadow’s Life” de Stanley J. Reeve. Con Rocío de Frutos y la voz en off de Manolo Caro. Taller Sonoro: Jesús Sánchez Valladares, flauta; Camilo Irizo, clarinete; Alejandro Tuñón, violín; Mery Coronado, violonchelo; Ignacio Torner, piano; Baldomero Llorens, percusión. Cristian Valero, fotografías y video. Jaime Tuñón, sonido, edición de video y fotografía adicional. Coproducción del Espacio Turina y la Fundación Juan March. Espacio Turina, sábado 27 de abril de 2024


Sin algarabías, poco a poco nos estamos acostumbrando en esta ciudad a ser sede de importantes estrenos de algunos de nuestros compositores más reputados, y el Espacio Turina está siendo testigo de esta extraordinaria circunstancia. Su excelente programación musical, que trasciende nuestras fronteras provinciales y le erigen como punto de referencia ya en muchos lugares de la geografía española, está en grave peligro de regresión, y me temo que mucho lo vamos a lamentar. Pero de momento sigue con la programación diseñada cuando eran otros y otras, más comprometidas con la cultura de verdad y no la de los toros y la pandereta, quienes regían la ciudad. 
Sin embargo falta una mayor divulgación de sus contenidos para que propuestas como ésta cuenten con todo el respaldo del público y los profesionales del gremio que merecen.

Aunque el aforo del Espacio Turina mejoró sustancialmente con respecto al que vaticinaba su página web apenas unas horas antes, todavía fueron muchas las butacas que quedaron vacías frente a un espectáculo de este calibre, erigido por quien es hoy autor de referencia no sólo en nuestro país sino en el resto del mundo. El propio Espacio Turina se encargó de producir, junto a Taller Sonoro y la Fundación March, este interesante y novedoso espectáculo visual y musical en el que una larga y dinámica sucesión de fotografías hechas supuestamente con un móvil, se encargan de relatar una clásica historia de espionaje y persecución a una persona por no lugares de Sevilla y su entorno, combinando el centro con barrios periféricos, municipios de interior y playa o el Polígono Hytasa. Como en aquellas películas de cine negro en las que alguien encargaba a un detective perseguir a su esposo o esposa, o a un deudor o una amante, por poner algunos ejemplos.

Voz, imagen y banda sonora para una intriga sobre la realidad

Una voz en off, espléndido como siempre el actor sevillano Manolo Caro (La peste, Intemperie) va narrando a su cliente, el público mismo, sobre los avatares de dicha persecución, desvelando la rutina de una mujer que sólo de vez en cuando da pasos sospechosos, y cuyo eje fundamental es una conferencia grabada en video, que Rocío de Frutos interpreta con una dicción y un convencimiento loables en quien no está acostumbrada a estos menesteres. En dicha conferencia se desvela quizás la razón de ser de esta meta-ficción musical, que por un lado sería un sentido homenaje al padre del propio autor, Julio Camarero, periodista de sucesos que desveló al final de la dictadura la historia de Casimiro Feito, un pobre diablo perseguido injustamente que tuvo que vivir en la clandestinidad durante más de veinte años, adoptando una identidad y unas costumbres ajenas a las suyas propias.


Surge así la posibilidad de que todo lo que nos rodea, y nosotros mismos, sea una ficción, un teatro impostado en el que las influencias externas nos hayan conminado a crear una existencia que no es la nuestra propia y sincera. Y esa es la reflexión que esta intriga policiaca sin resolución nos invita a hacer incluso después de haber abandonado la sala, como las buenas películas
Su autor se permite salir en las fotografías como personaje misterioso que a su vez persigue a la pobre condenada, mientras un extraordinario trabajo de edición logra que lo grabado se alterne con fluidez y naturalidad con la fotografía hecha en directo y sobre la marcha al aparecer Camarero en la propia sala y el acontecimiento reflejarse también en la pantalla, logrando así un efecto mágico y a la vez cómico que persiste también durante toda la función.

Esta pequeña proeza técnica y otros aspectos tan bien acabados de la propuesta nos convence de que lo que estamos presenciando es un espléndido esfuerzo de equipo en el que por supuesto sobresale el impecable trabajo de Taller Sonoro, alma mater del proyecto, que traduce las líneas sinuosas, sostenidas e intrigantes, con ligeras inflexiones y puntuales progresiones dinámicas, la música de Camarero. Una partitura muy en su estilo y con clara vocación de profesional banda sonora al servicio de la imagen, a la que potencia e ilustra con el mismo esmero con el que todos y todas han diseñado este curioso y original trabajo cuyo estreno absoluto pudimos disfrutar anoche en una de esas raras ocasiones que corremos el peligro de perder cuando los lobos y las lobas reinantes se encarguen de polvorizar todo el esfuerzo realizado estos años atrás.

Todo un acierto el programa de mano con el libreto completo incluido, y el detalle de que Caro en su locución reprodujera los molestos sonidos de la tos y el plástico arrugado que tanto fastidia en conciertos y cines.

Fotografías: Cristian Valero
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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