USA 2024 131 min.
Dirección Luca Guadagnino Guion Justin Kuritzkes Fotografía Sayombhu Mukdeeprom Música Trent Reznor y Atticus Ross Intérpretes Zendaya, Josh O’Connor, Mike Faist, Darnell Appling, Nada Despotovich, Joan Mcshane, Hailey Gates Estreno en Estados Unidos y España 26 abril 2024
No son muchas las películas ambientadas en el mundo del tenis. Recientemente podemos citar El método Williams, Borg/McEnroe y La batalla de los sexos, mientras algunas de las más memorables han tocado el tema de manera tangencial para ilustrar una trama criminal, como es el caso de las espléndidas Extraños en un tren y Match Point. Para que este deporte sirva de telón de fondo a una historia romántica o sentimental, nos tenemos que remontar a 1979 con la fallida y rematadamente cursi Pasiones en juego (Players), que tenía como protagonistas a Ali McGraw y el malogrado hijo de Dean Martin, así como una bonita banda sonora de Jerry Goldsmith. Guadagnino, cuya nueva adaptación de Retorno a Brideshead para la televisión permanece inédita y prácticamente abandonada, combina ahora la comedia veladamente sexual con este deporte, ofreciendo un espectáculo moderno y sensual, aunque también algo impostado y pretencioso. Parte para ello del guion primorosamente urdido por el debutante Justin Kuritzkes, que pronto estrenará también para el director italiano la adaptación de la novela Queer de William S. Burroughs.
Rivales tiene también algo de queer o gay en su revisión de las relaciones sentimentales, afectivas y abiertamente sexuales, triunfando en su primera mitad, tras una elocuente presentación de los personajes, dos amigos íntimos que luchan por hacerse un hueco en la disciplina, y una jugadora muy prometedora de la que ambos se enamoran, de ahí el título, que también hace referencia (en inglés) al torneo de categoría menor ATP Challenger Tour, imprescindible como trampolín de entrada en la competición profesional de primer orden. Es en el carisma de estos tres personajes, la música dinámica y electrizante de Trent Reznor y Atticus Ross, dos veces ganadores del Oscar (por La red social y Soul) y el virguero trabajo de fotografía de Sayombuhu Mukdeeprom, donde radica gran parte del atractivo de esta cinta. Otra cosa es su muy discutible montaje, con continuos pasos adelante y atrás en el tiempo que a veces enturbian un poco su trasparencia narrativa. También Guadagnino se esmera en dotar de energía esta primera parte bañada por un espíritu inconfundible de comedia ligera y que contiene secuencias tan estimulantes como el menage a trois de sus protagonistas absolutos. Pero a poco más de media hora del final esta atmósfera distendida se va diluyendo y dando paso a cierto tedio que se traduce en reiteración de episodios y emociones, dilatación de escenas, especialmente la última a fuerza de cámara lenta, y algo de pereza tanto en su director como en el espectador y la espectadora, que ya no encuentra puntos de conexión con lo que se cuenta.
Zendaya revalida su trabajo de actriz de carácter, hace algunos años ensayado en Malcolm & Marie, tras convertirse en la reina del cine adolescente y juvenil con sus intervenciones en Spider-Man y Dune. Pero su personaje redunda en ese carácter misógino del que nadie parece darse cuenta, que repite clichés en los que la mujer vampiriza, controla y domina a su gusto, cual bruja moderna que acaba quemada en la hoguera. Mientras, Josh O’Connor (La quimera, Tierra de Dios) le gana la partida a Mike Faist (Riff en West Side Story) con su sonrisa socarrona y sus ademanes canallas.
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