domingo, 7 de abril de 2024

EL SALARIO DEL MIEDO Armas y músculos dominan este descafeinado remake

Título original: Le salaire de la peur
Francia 2024 104 min.
Dirección
Julien Leclercq Guion Hamid Hlioua y Julien Leclercq, según el guion de Henri-Georges Clouzot y Jérôme Géromini basado en la novela de Georges Arnaud Fotografía Wim Vanswijgenhoven Música Eric Serra Intérpretes Franck Gastambide, Ana Girardot, Alban Lenoir, Sofiane Zermani, Bakary Diombera, Astrid Whettnall, Alka Matewa, Sarah Afchain, Ghita Berdai Estreno en Netflix 29 marzo 2024


En 1953 el director francés Henri-Georges Clouzot marcó un hito en el cine de acción y aventuras con El salario del miedo, donde la falta de los medios sofisticados con los que hoy cuenta el cine se suplió con una buena dosis de intriga y mucho suspense, a veces incluso irrespirable. Yves Montand encarnaba al duro mercenario arquetípico de la época, que tan buenos resultados había dado en el cine estadounidense con Humphrey Bogart y El tesoro de Sierra Madre como ejemplos más distinguidos. Casi un cuarto de siglo después William Friedkin, basándose en el mismo material literario, firmó su particular versión, cambiando los desérticos y ásperos paisajes de Méjico por las enrevesadas selvas amazónicas, y añadiendo un prólogo de generoso metraje en el que se explicaban los precedentes y motivaciones de los cuatro asalariados a los que se encomienda la imposible misión de transportar una buena carga de nitroglicenrina por caminos y carreteras nada recomendables. Roy Scheider cogía el relevo de Montand y le acompañaba como segundo protagonista Francisco Rabal. El director de French Connection y El exorcista lograba así con Carga maldita una estimable revisión del original francés, dejando incluso su huella particular y manejándose con éxito en secuencias de difícil digestión, como la del puente colgante.

Los tiempos cambian y hoy se impone la velocidad y el montaje frenético, por lo que las trampas que se acumulan en el difícil viaje son resultado de sumar a algunas de las más recordadas del clásico original otras proporcionadas por el nuevo paisaje, un país del norte de África acosado por la violencia y la corrupción, lo que provoca que sean las armas, casi ausentes en las dos películas precedentes, las que tomen protagonismo, restando totalmente cualquier resquicio de verosimilitud a la salvaguarda de tan delicado cargamento. El montaje rápido provoca que estas situaciones al límite planteadas con éxito en las otras películas que se tomaban su tiempo, aquí resulten meros episodios que no llegan a acumular la tensión requerida. Signo también de los tiempos, abundan los músculos y uno de los cuatro mercenarios se sustituye por una valerosa doctora. Las motivaciones económicas se sustituyen a su vez por otras de carácter humanitario y estrictamente familiar, por lo que aquello del salario deja de tener demasiada importancia. Y el pobre guion hace acopio de clichés y sobreabundancia de peleas y tiroteos que convierten a ésta con distancia en el más decepcionante remake imaginable.

Se estrena en internet y su consumo rápido se impone sin más interés. Al timón un aprendiz de Luc Besson que ha dirigido películas y series de acción así como uno de los últimos vehículos de lucimiento de Jean-Claude Van Damme, Lukas. El protagonista, una especie de Ving Diesel francés, resulta tan inexpresivo como el conjunto, entretenido pero absolutamente prescindible. Mejor sufran con el clásico original, y déjense deslumbrar con el glamour de su remake norteamericano. Quien sí se esfuerza en ofrecer algo con un poco más de brillo es el compositor Eric Serra, con una banda sonora enérgica y variada. La operación de innecesario rejuvenecimiento al que se somete la cinta de Clouzot deriva de la originalidad francesa a la globalización estadounidense, plegándose al cine de acción que nadie mejor que ellos saben hacer, dentro de las limitaciones a las que han sometido el género.

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