USA 2025 169 min.
Dirección Christopher McQuarrie Guion Christopher McQuarrie y Erik Jendressen, a partir de la serie de televisión creada por Bruce Geller Fotografía Fraser Taggart Música Max Aruj y Alfie Godfrey Intérpretes Tom Cruise, Hayley Atwell, Simon Pegg, Esai Morales, Pom Klementieff, Ving Rhames, Angela Bassett, Henry Czerny, Holt McCallany, Janet McTeer, Hannah Waddington, Tramell Tillman, Shea Whigham, Greg Tarzan Davis, Nick Offerman, Rolf Saxon, Lucy Tulugarjuk, Cary Elwes, Katy O’Brian, Paul Bullion, Tomás Paredes Estreno en el Festival de Cannes 14 mayo 2025; en Estados Unidos y España 23 mayo 2025
Dirección Christopher McQuarrie Guion Christopher McQuarrie y Erik Jendressen, a partir de la serie de televisión creada por Bruce Geller Fotografía Fraser Taggart Música Max Aruj y Alfie Godfrey Intérpretes Tom Cruise, Hayley Atwell, Simon Pegg, Esai Morales, Pom Klementieff, Ving Rhames, Angela Bassett, Henry Czerny, Holt McCallany, Janet McTeer, Hannah Waddington, Tramell Tillman, Shea Whigham, Greg Tarzan Davis, Nick Offerman, Rolf Saxon, Lucy Tulugarjuk, Cary Elwes, Katy O’Brian, Paul Bullion, Tomás Paredes Estreno en el Festival de Cannes 14 mayo 2025; en Estados Unidos y España 23 mayo 2025
Aunque traicione el título originalmente asignado como segunda parte de Sentencia mortal por Sentencia final, no deja de ser la continuación de la misión más difícil, compleja e imposible de Ethan Hunt hasta el momento, si dentro de unos años no resurge la saga con el clásico e inevitable reboot. Una misión que le lleva a él y su mutable equipo a luchar contra el peor de los enemigos, una amenaza real para el mundo que conocemos, la inteligencia artificial. La llave que puede desarticular la Entidad se convierte así en la principal herramienta con la que el agente que vive y muere en las sombras puede salvar a la humanidad, mientras impedir que caiga en las peligrosas manos de quien busca el control de ese artilugio artificial por encima del bien y el mal, se convierte en reto fundamental que da pie a las mil y una peripecias a las que se enfrenta Tom Cruise en la piel del personaje en el que ha depositado más energía y entusiasmo a lo largo de su dilatada carrera.
Con un guion complejo, repleto de guiños, matices y datos que hacen difícil su completa digestión, aunque al servicio de una trama tan simple y sencilla que no hace naufragar la carísima empresa, Christopher McQuarrie se pone tras la cámara por cuarta vez en la saga, lo que le convierte en responsable de la mitad de ella. Lo hace como consecuencia de la profunda amistad que le une al actor, desde que coincidieran juntos en Valquiria, a las órdenes entonces de Bryan Singer, que brindó a McQuarrie su Oscar al mejor guion por Sospechosos habituales. Un director y guionista con la categoría y la pericia suficiente como para llevar a tan buen puerto este final del recorrido, que logra conectar con anteriores entregas, especialmente con la que hace casi treinta años dirigiera con tanto sentido de la elegancia y la espectacularidad Brian de Palma. Esa misma elegancia se disfruta también en esta última y crepuscular entrega, donde las magníficas secuencias de acción, muchas de ellas perfectamente coreografiadas para lucimiento de Cruise y cuantos y cuantas se ven involucradas en su lucha, se alternan con abundantes diálogos a menudo susurrados, alejándose así de la habitual abundancia de ruido y caos con que se despacha el cine de acción en la actualidad. Lo de Misión imposible es otra cosa, tiene otra categoría, otra dignidad y, repetimos, otra elegancia.
Consciente de la caducidad de nuestro cuerpo, Cruise aprovecha para lucir más que nunca físico, envidiable a sus más de sesenta años, mientras el resto del numeroso elenco logra dar entidad propia a sus personajes, de forma que nadie es un mero adorno y contribuye a dar forma a una apasionante y entretenidísima trama a la que ni siquiera pesan sus casi tres horas de duración. Dos extraordinarias escenas de acción se suman a la larga lista de increíbles proezas que el personaje ha llevado a cabo a lo largo de sus ocho entregas, con la participación directa del actor hasta donde la prudencia permite; lo demás son impecables efectos visuales. El resultado de todo esto es una sensacional película de acción, el logro de situar en el firmamento fílmico un agente estadounidense capaz de hacerle sombra a James Bond, y una emoción lograda gracias al factor humano, el imprescindible componente de comedia y la apuesta por los sentimientos como motor que nos acerque a la aventura y la justicia, tan lejos del modelo al que nos han acostumbrado otros héroes musculados del cine, o esos superhéroes de Marvel que nos tienen tan hastiados.
Apeado del proyecto Lorne Balfe, que se hizo cargo de la música en la anterior entrega, los menos conocidos Max Aruj y Alfie Godfrey respetan el carácter y los temas originales de su predecesor, a la vez que someten a nuevas variaciones los temas que Lalo Schifrin compuso para la serie de televisión, que tan unidos están a su universo y sin los que no cabe entender la saga, combinando acción matemática con las necesarias dosis de glamour.
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