sábado, 24 de mayo de 2025

LA OPORTUNIDAD DE UN FESTIVAL DE ÓPERA EN SEVILLA


No cabe duda de que tratándose de la ciudad en la que se han inspirado, directa o indirectamente, más de ciento cincuenta óperas, Sevilla merece un Festival de Ópera. Sin embargo varias son las razones que nos hacen recelar del recién presentado proyecto, justo ayer en uno de los espacios que lo albergarán, la Fábrica de Artillería de la avenida Eduardo Dato, poco a poco, muy tímidamente y después de varios años de reforma, abriéndose al público sevillano.

Toda propuesta cultural que se presente merecerá sin duda nuestro aplauso. Sólo el arte y la cultura pueden generar esperanza de amor y estrechamiento de lazos entre los pueblos. Al contrario que el dinero, la ambición y el poder, que sólo genera miseria y dolor. También cuando esto último, a través de una política podrida y miserable, invade la noble causa de la cultura, como hemos comprobado recientemente. Hace tiempo que el catedrático de repertorio vocal del Conservatorio Superior de Música Manuel Castillo de Sevilla, Francisco Soriano, viene realizando en la ciudad una impagable labor de agitación musical que le ha llevado a recuperar repertorio de los García, fundamentalmente de Pauline Viardot, y recrear esas soirées musicales decimonónicas con sus conciertos de canto y piano en el Real Círculo de Labradores. Aunque sólo fuera por eso, no podemos sino desear con todo nuestro cariño y sinceridad, mucha suerte y ánimo en esta nueva aventura a la que, a pesar de las consideraciones que a continuación desgranaremos, auguramos el éxito que merece.

Sin embargo, a tenor de la programación ayer presentada, encontramos más de una consideración que hacerle, a la vez que lamentamos que no se haya todavía aprovechado la oportunidad de lucir el emblema de Sevilla, Ciudad de Ópera, para lograr que programaciones a menudo despreciadas como la del Maestranza o la Sinfónica, llegaran a mejor puerto. Ni nuestro coliseo ni la orquesta se han molestado lo suficiente en generar reclamo turístico y cultural para la ciudad, logrando así que melómanos de otros países llenen los huecos tan frecuentes que observamos en los aforos del Maestranza o el Espacio Turina, nuestros dos principales escenarios musicales.

Igual que nosotros aprovechamos la ocasión cuando viajamos de asistir a óperas y conciertos, debe haber mucho público extranjero interesado en aprovechar en Sevilla su oferta, para lo que los agentes culturales deberían haber trabajado hace ya mucho tiempo, generando vías de comunicación y márketing que logre sintonizar con ese público en potencia. Sólo entonces, una vez cosechado público de fuera interesado en nuestras propuestas, lo que a su vez generaría una mejora considerable de esas mismas propuestas, sería aconsejable crear un festival como el que ahora se ha presentado.

Si la Sinfónica, como algunas voces autorizadas de la ciudad reclaman, tuviera su propio auditorio, y afortunadamente Sevilla es generosa en esa estrategia, el Maestranza podría, como hacen otros teatros europeos, alternar su temporada de estrenos con otra de repertorio con músicos y voces locales y producciones almacenadas, ofreciendo para turistas esos títulos emblemáticos de la ciudad, desde El barbero de Sevilla a Carmen pasando por Las bodas de Fígaro, Fidelio, La favorita o Don Giovanni, de la misma forma que se les invita a tablaos y otros espectáculos flamencos.

Pero además, este festival se presenta en formato transversal, por cuanto aprovecha la programación previamente diseñada por espacios y conjuntos de la ciudad, como el propio Maestranza, el Turina o Zahir Ensemble, para incluirlos en su propia agenda, lo que no suma a la oferta musical de la ciudad, y parece seguir siendo un reclamo sólo para público local. Así, Don Giovanni de Mozart en el Maestranza, Don Juan no existe de Helena Cánovas en Artillería pero dentro de la programación del Maestranza, los recitales de Franco Fagioli en el mismo teatro o de Vivica Genaux en el Turina, así como la presentación en primicia en la ciudad de la ópera-ballet de Philip Glass Les enfants terribles, a cargo de Juan García y Zahir Ensemble, parecen citas pre-programadas, por mucho que el propio festival se erija en productor de este último.

Entre el resto destacan dos óperas de Manuel García, conmemorando así el doscientos cincuenta aniversario de su nacimiento. Una en formato convencional, Il Califfo di Bagdad, con la ROSS dirigida por Alessandro d'Agostini, y las voces de Leonor Bonilla, Juan de Dios Mateos y Alicia Naranjo, si bien su ubicación en el Patio de la Montería del Alcázar hace dudar de la grandeza de esta producción del propio festival. La otra, la ópera de cámara Quien porfía mucho alcanza, con representación tres días consecutivos en distintos espacios, el Palacio de Dueñas, la Casa Salinas y el Hospital de la Caridad. Otras propuestas son una selección de Carmen en clave de jazz por el quinteto del sevillano Daahoud Salim, la ópera de Monteverdi Il combattimento di Tancredi e Clorinda en Artillería, a cargo de la Barroca de Sevilla y la producción del Festival de Peralada, y el espectáculo de Accademia del Piacere en torno a la música teatral española e italiana del seicento, con las voces de Juan Sancho y Lucía Martín-Cantón, que dan buena muestra del carácter eminentemente local de la propuesta, dando cabida a muchos de los agentes musicales de la ciudad, como si el todo se hubiera diseñado para ellos y ellas.

Por otro lado, el festival recupera Es lo contrario, la ópera a ciegas de César Camarero que pudimos "ver" en el Maestranza hace justo cuatro años, a cargo de nuevo de Zahir Ensemble, ahora en Artillería. Un recital con la mezzo Carol García, la soprano Elena Sancho Pereg y la pianista Teodora Oprisor, ofrecerá un recorrido por las conexiones hispano-francesas en torno a Carmen en el Espacio Turina, y otro de Nerea Berraondo, la mezzosoprano navarra que tan buena impresión nos causó con Socrate de Satie en el último concierto de la Conjunta, y Anna Malek al piano, que ya ofrecieron un aperitivo en forma de Habanera de Carmen en el acto de presentación de la programación y el cartel de la artista jerezana Ana Barriga, en el que desgranarán música centroeuropea y eslava de inspiración española en la era de Carmen, en el salón de Tapices del Alcázar, completan una oferta que dista considerablemente de lo que entenderíamos por un festival de ópera en la ciudad que tantas inspiró, si bien podría asegurar la presencia cada temporada de una del insigne conjunto de grandes.

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