USA-Reino Unido 2011 99 min.
Dirección Simon Curtis Guión Adrian Hodges, según los libros “My Week with Marilyn” y “The Prince, the Showgirl and Me” de Colin Clark Fotografía Ben Smithard Música Conrad Pope y Alexandre Desplat Intérpretes Michelle Williams, Eddie Redmayne, Kenneth Branagh, Judi Dench, Emma Watson, Dominic Cooper, Toby Jones, Derek Jacobi, Dougray Scott, Julia Ormond Estreno en España 24 de febrero de 2012
Dirigida con buen oficio y sentido de la mesura por un realizador proveniente de la televisión británica, esta crónica sobre el rodaje de El príncipe y la corista, película que Marilyn Monroe rodó en Inglaterra a las órdenes del coprotagonista Laurence Olivier en 1957, se centra en la figura de la controvertida actriz para analizar su figura y su alma. A partir de las experiencias personales con la estrella de un ayudante de dirección, Colin Clark, un estupendo, perplejo y con cara de decir “¿esto me está pasando a mí?” Eddie Redmayne, a quien hemos visto en una coproducción española protagonizada por Julianne Moore que se titula Saving Grace, la cinta nos cuenta los días pasados en la campiña inglesa por Marilyn junto a su recién estrenado marido y ya en crisis Arthur Miller. El principal mérito del film es que Michelle Williams logre, a pesar de su escaso parecido con la estrella y sus limitaciones en belleza, que acabemos viendo a la Monroe y convencernos con su estupenda interpretación. También Kenneth Branagh logra con matices y gestos que olvidemos que Olivier tenía mejor porte que él, con quien curiosamente comparte su apasionada dedicación a Shakespeare. La melancolía de la actriz, sus caprichos, su inestabilidad y su inseguridad están bien retratadas y magníficamente recreadas en la interpretación de Williams, con un guión sincero y detallista que no permite que ninguna de las situaciones descritas prescindan de la presencia de su narrador. Tono bucólico y romántico en esta película que deviene no exactamente en una crónica de rodaje, sino en una historia de amor y atracción devoradora como vehículo para reflexionar sobre una de las personalidades más atormentadas y complejas del celuloide de leyenda. Hermoso el tema principal de Alexandre Desplat, que Conrad Pope desarrolla convenientemente a lo largo de una partitura que cuenta con la participación inestimable del pianista chino Lang Lang.
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