Festival Plácido Domingo. Angel Blue, soprano. Micaëla Oeste, soprano. Timothy End, piano. Programa: Canciones de Cole Porter, Kurt Weill, Duke Ellington, George Gershwin, Jule Styne, Jerome Kern, Richard Rodgers, Harry Warren, Stephen Sondheim, Louis Gugliemi e Irving Berlin. Salón de los Tapices de los Reales Alcázares, jueves 1 de noviembre de 2012
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Timothy End y Micaëla Oeste (foto: Benjamin Mengelle) |
Con la canción Friendship de Cole Porter, que Peter Bogdanovich incluyó en su reivindicable comedia Un largo y definitivo amor con Burt Reynolds y Cybill Shephred cantándola, comenzó un inolvidable concierto que terminó con una divertida canción sobre la rivalidad incluida en el musical Annie, Get Your Gun de Irving Berlin. Las jóvenes sopranos norteamericanas Angel Blue y Micaëla Oeste, dos voces muy distintas pero muy compenetradas, pusieron así broche final a los conciertos del Festival Plácido Domingo celebrados en el Alcázar.
Se trata de dos cantantes descubiertas de la mano de Plácido Domingo, presente una vez más en la sala, en proyectos auspiciados por él tanto aquí como en Estados Unidos. La de Micaëla Oeste es una voz puramente clásica, que en la línea de otros y otras cantantes del otro lado del Atlántico, como Frederica Von Stade, Thomas Hampson o Dawn Upshaw, sabe adaptarse perfectamente al musical de Broadway sin las afectaciones propias de su registro. Posee una voz de timbre delicado, amplios agudos y elegante modulación, que brindó magníficas y muy sentimentales versiones de So in Love de Porter o Someone to Watch Over Me de Gershwin.
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Angel Blue (foto: Benjamin Mengelle) |
Por su parte, Angel Blue se decantó por un estilo más próximo al jazz y el blues, aunque se trata de una voz también cultivada en lo clásico. Sedosa y ornamentada, brilló en estupendas recreaciones de canciones de Weill, con cuyo Mack el Navaja se permitió simpáticas alusiones al anfitrión, Ellington, que abordó al más puro estilo Ella Fitzgerald, o Rodgers, con una muy sentida interpretación de My Funny Valentine. Timothy West acompañó con atención y respeto absoluto a las partituras originales, de las que ni siquiera se despreciaron, como se hace en otras ocasiones, de la introducción que tenían habitualmente estas canciones de los 30 y 40. Con un ambiente tan exquisito en un espacio tan emblemático, puede que ésta fuera una de las veladas más originales y especiales de cuantas vividas recientemente, y es que como reza la letra de la canción de Berlin, ellas pueden.
Artículo publicado en El Correo de Andalucía el 3 de noviembre de 2012
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