Canadá-Francia 2012 108 min.
Dirección Juan Solanas Guión Juan Solanas y Santiago Amigorena Fotografía Pierre Gill Música Benoît Charest Intérpretes Jim Sturgess, Kristen Dunst, Timothy Spall,
Blu Munkuma. Nicholas Rose Estreno en España 5 abril 2013
Que una película tan amable y agradable como ésta, con una propuesta argumental y escénica tan novedosa y estimulante, fracase da idea de por dónde van los tiros de la audiencia actual, esa que en las dos cadenas televisivas que tenemos dedicadas por entero al cine ha encumbrado en el pasado año las películas más violentas de su parrilla. El director argentino Juan Solanas, hijo de uno de los renovadores del cine de ese país de la década de los 80, Fernando Solanas, propone un cuento de hadas romántico y espectacular en el que dos jóvenes que habitan cada uno en un mundo vecino con gravedad opuesta se conocen y enamoran para después tener que superar las barreras que supone esa delicada situación de sus respectivos mundos. Un sumamente encantador Jim Sturgess (Across the Universe, El atlas de las nubes) y una no menos encantadora Kirsten Dunst convencen del empeño gracias a una química incontestable, mientras un guión que combina dulzura, ternura y una buena dosis de humor nos mantiene entretenidos durante sus casi dos horas de duración, gracias en parte a una deslumbrante dirección artística. La idea puede que haya surgido a partir de ese París desdoblado y soñado por Leonardo DiCaprio en Origen; la producción es franco-canadiense y por lo tanto el nivel técnico no es tan sofisticado como en el título de Christopher Nolan, echándose en falta una mayor definición y transparencia en el acabado formal de la cinta. Sin embargo sirve perfectamente para sustentar el fantástico argumento de la película, que no exige credibilidad ni rigor científico, merced a que se trata en todo momento, y su tratamiento dramático lo demuestra, de un cuento de hadas, con caballero arriesgándolo todo por su amor, la princesa recluida en este caso en su cómoda torre. Pero el experimento sirve a sus responsables para fabular sobre la situación de nuestro mundo, con sus desigualdades y sus miserias, sus fronteras y sus intereses, persecuciones e injusticias siempre justificadas en salvaguardia de los derechos y oportunidades conseguidas por quienes habitamos el hemisferio privilegiado, a costa por supuesto de los más desprotegidos y vulnerables. Sin miedo a la gravedad ni a las fronteras, Solanas y su equipo, entre quienes se cuenta el compositor de Bienvenidos a Belleville, Benoît Charest, que firma una banda sonora tan preciosa como la película, se zambullen en esta historia arriesgada llena de ternura y romanticismo, una perla dentro de un panorama dominado por la violencia y la chulería, que no será desgraciadamente objeto de gusto para el paladar de las actuales audiencias.
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