El pianista ruso Nicolai Lugansky volvió al Maestranza dos temporadas después, ahora para tocar en solitario un programa netamente romántico, por más que la mayoría de las piezas seleccionadas formen parte del repertorio del siglo pasado. Relajado y concentrado, así asumió un largo e intenso concierto en el que supo plegarse a las emociones y sensaciones plasmadas en sus pentagramas por cada uno de los compositores elegidos.
V mlhách (En la niebla) es el último trabajo para piano compuesto por Leos Janacek; una obra desgarradora y desoladora con la que el autor quiso evocar el dolor por la reciente desaparición de su hija. Lugansky la recorrió con tanta sutileza como notable melancolía, con la mirada perdida en ese infinito en el que descansan las emociones ligadas a experiencias pretéritas. El segundo ciclo de Impromptus de Schubert fue abordado desde el respeto extremo a las formas, con una técnica precisa, traslúcida y colorista, recreándose en sus inspiradísimas melodías como queriendo atrapar toda la dulzura inherente a sus notas.
La segunda parte le brindó definitivamente la oportunidad para deslumbrar con su demoledor virtuosismo y su técnica gimnástica. Bellas evocaciones insufladas de folclore en Nikolai Medtner, compositor poco divulgado del que sus Melodías Olvidadas son seguramente su obra más representativa. Y la guinda final, una portentosa, compleja y matizada también hasta el infinito, recreación de esa obra rotunda y definitiva que es la Sonata nº 2 de Rachmaninov. Una empresa acometida con decisión y confianza que mereció el aplauso entusiasta del público y tres propinas en forma de preludios del mismo compositor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario