Dirección Santiago A. Zannou Guión Santiago A. Zannou y Carlos Bardem, según la novela del segundo Fotografía Juanmi Azpiroz Música Wolfrank Zannou Intérpretes Álex González, Miguel Ángel Silvestre, Carlos Bardem, Judith Diakhate, Javier Bardem, Hovik Keuchkerian Estreno 12 abril 2013
Hace unos años el joven realizador madrileño de origen africano, Santiago A. Zannou, sorprendió con su primer largometraje El truco del manco, una película sencilla y agradable con una fuerza arrolladora; después se empeñó en el documental, con dos títulos de los que destaca La puerta de no retorno. Su esperado regreso a la ficción llega ahora con esta película de acabado formal más esmerado y con más recursos, pero que en el apartado dramático acaba por resultar toda una decepción. Ambientado en el mundo del boxeo, adaptando una novela del actor Carlos Bardem, supone otra constante sobre dicho deporte como camino de redención y superación personal, en la línea de películas como El ídolo de barro, Rocky o Million Dollar Baby. Se da la circunstancia de que antes de ser novio de Chenoa y saltar al panorama internacional con X-Men Primera generación, Álex González debutó en el cine interpretando ya a un púgil en Segundo asalto. En Alacrán enamorado da vida a un joven cuyas circunstancias personales y familiares son tan controvertidas que se ve sumergido en un mundo de violencia y odio con tintes neonazis. Su personaje no experimenta la evolución necesaria como para que esa decisión de salir de tal entorno sea suficientemente convincente, por mucho que los datos figuren a golpe de guión; y mucho menos para que en el camino se eche una novia de origen africano. Ese involucionismo expresivo da al traste con las intenciones del film, de manera que ni engancha ni interesa lo que por otro lado va a ser un camino y una resolución que se vislumbra de lejos sin necesidad de que te lo cuenten. En consecuencia el espectáculo carece de fuerza y garra, derivando en una suerte de película fallida e intranscendente, con el agravante de que toca una temática preocupante hace unos años pero que con la actual crisis ha perdido fuelle hasta convertirse en anecdótica. Los personajes que acompañan al particular calvario del protagonista responden a clichés archiconocidos, como el entrenador de vuelta de todo, amargado por un pasado que no pudo controlar y entregado por ello a, cómo no, la bebida. Sin mencionar lo ridículos que aparecen los amigos neonazis del sujeto, mucho menos temibles de lo apetecible y comandados por un Javier Bardem que si no fuera por lo buen actor que es diríamos que es el peor papel que ha interpretado en su vida.
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