Erika Leiva |
En su habitual concierto matinal del domingo previo a la Feria, el Teatro de la Maestranza y la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla quisieron rendir un merecido homenaje al compositor sevillano Manuel López-Quiroga Miquel, comúnmente conocido como el Maestro Quiroga. Con coplas en su mayoría escritas por el trío Quintero, León y Quiroga, la Sinfónica se tiñó de rojo pasión, y a ritmo de pasodobles y habaneras nos brindó uno de esos emotivos y nostálgicos conciertos llenos de colorido y pasión, que la batuta de Santiago Serrate condujo con atención al detalle y sentido de la mesura. Su versatilidad, aprehendida seguramente junto a Pedro Halffter, de quien ha sido ayudante de dirección en numerosas ocasiones, le permitió enfrentarse a este repertorio con tanta solvencia y naturalidad como por ejemplo Miguel Roa, junto a quien la orquesta grabó hace unos años un disco de pasodobles.
Mientras Ay, Maricruz o No te mires en el río nos inundó de contagiosa alegría, la pieza que nos pareció más sensacional fue Con divisa de grana y oro, por sus estimulantes arreglos orquestales, repletos de disonancias y colores impresionistas. Toda una sorpresa y un hallazgo que sumamos al carácter melancólico y emotivo de la propuesta, pues quién de nuestra generación no ha crecido escuchando estas coplas que nos retrotraen a la infancia y nos facilitan un año más el recuerdo de seres queridos que ya no nos acompañan más que en la memoria y el corazón.
La flamante concursante de Se llama copla, la gaditana (aunque nacida en Tarragona) Erika Leiva puso voz a un par de coplas (Soleá y Callejuela sin salida) y una propina, haciendo así su debut en el teatro frente a la Sinfónica, ocasión que confesó ser la mejor de su vida, por lo que no escatimó en generosos elogios para la dirección del coliseo y el conjunto sinfónico. Su voz potente y arrolladora, convenientemente amplificada, y su buen gusto cantando, acompañado de una belleza física contundente, mereció los aplausos entusiastas de un público entre el que echamos en falta más presencia extranjera que viviera una experiencia única tan a propósito para exportar quizás a través de touroperadores. Este tipo de conciertos tan populares y tan nuestros, puestos en escena con tanta categoría y dignidad, iluminación colorista incluida, son ciertamente únicos y merecen una mayor trascendencia, sin complejos ni reparos. Y a la salida, con un sol generoso y un colorido espectacular, la sensacional salida de los carruajes de la otra Maestranza, contribuyendo un año más a que algunos consideremos este día uno de los más bonitos y singulares de nuestra fiesta.
No hay comentarios:
Publicar un comentario