El teatro es una
disciplina artística que utilizada como
una herramienta pedagógica ayuda al alumnado a adquirir las competencias
básicas exigidas en la educación obligatoria. Hacer teatro fomenta el desarrollo de la
autoestima, motiva el ejercicio del pensamiento, estimula la creatividad,
transmite e inculca valores y ayuda a conocer y a controlar las emociones.
Matilde López, profesora de Lengua y
Literatura del IES Romero Murube del Polígono Sur de Sevilla, sabe que el teatro
puede ayudar a estimular el aprendizaje de un alumnado que vive en un barrio
marcado por los conflictos. Un barrio problemático que sólo sale en los medios
de comunicación por los incidentes generados por la alta tasa de absentismo escolar, de desempleo, o por los
casos de delincuencia y de tráfico de estupefacientes.
Después de varios años
trabajando con grupos estables las artes escénicas en el centro como parte de
actividad extraescolar, y del éxito cosechado en numerosos certámenes juveniles
con obras de Lorca o Shakespeare, uno de estos grupos, formado por siete alumnos y alumnas y
animados por esta heroica mujer, deciden convertirse en compañía profesional. Se
llaman Los Shespirs como homenaje al genial dramaturgo inglés. Lo que cuenta la
realizadora salmantina Isabel de Ocampo en Piratas y libélulas con
cariño y buen gusto es la historia del proceso de transformación de estos y
estas jóvenes y el que se produce en su barrio. El grupo protagonista pasan de
ser chicos y chicas que no dominan la lectura, con problemas de convivencia
y con escaso control emocional, a
ganarse con su trabajo y el reconocimiento de éste el respeto de los habitantes
del Polígono. Quieren perseguir también
el sueño de vivir del mundo del espectáculo para convertirse en actores y
actrices de éxito.
Es Piratas y libélulas un ejercicio audaz y valiente
que pasea la cámara por increíbles experiencias personales y por un barrio
marcado, derruido y sucio, sin futuro. Una cámara que se impregna de magia con
las vivencias e ilusiones de estos y estas jóvenes; que busca la esperanza
cuando se adentra en la cocina de las casas humildes del barrio en la que sus
habitantes aún creen que tener una buena educación es la mejor manera de salir
de un sistema que les oprime; una cámara que se detiene con justicia a ponerles
voz y rostro para que se les conozca y se les considere. Se trata de un juego
que mezcla realidad y ficción sin rubor y que enseña las costuras como muestra
de libertad y frescura. Una muestra de vitalidad y sinceridad que arranca un
trozo de vida convirtiéndose en un generoso retrato etnográfico que seduce y
emociona a partes iguales trascendiendo más allá de lo meramente
cinematográfico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario