Bruno Axel es un joven granadino inquieto, versátil y polifacético. Violinista, compositor y director de orquesta, se ha convertido en el ideólogo y arquitecto de un proyecto emocionante y multidisciplinar que ha denominado Música en movimiento. Destinado a un público restringido, personas relacionadas directa o indirectamente con las artes escénicas, pero con vocación de llegar al mayor número de espectadores posibles, Axel se labró la confianza del Maestranza, teatro con el que ha colaborado en numerosas ocasiones, para hacer la presentación de este singular espectáculo de música combinada con dibujo en directo, videocreación y danza.
La proyección de imágenes acompañando la música en directo genera frecuentemente distracción frente a la propia interpretación musical, pero en este caso se reveló tan ingeniosa como bien compenetrada, fundiéndose en una comunión perfecta con las disciplinas artísticas convocadas. La orquesta de cámara Ensemble Atlántida reafirmó el buen momento que está viviendo la juventud local, capaz de enfrentarse a programas tan exigentes como éste con tanta solvencia y pulcritud como confianza en el futuro, lo que añadido al entusiasmo generalmente imperante da como resultado experiencias tan redondas y emocionantes como ésta. Una interpretación en todo momento enérgica y disciplinada, generosa en cuerpo y color, con la que Axel logró captar la poesía intrínseca en la Primavera Apalache de Copland con cohesión, frescura y claridad, transmitiendo toda la belleza de esos paisajes amplios y salvajes retratados por el padre del sinfonismo americano, y que los dibujos de Ro Sánchez ilustraron con líneas sinuosas y ocasionales explosiones de color.
Tanto Axel como el videoartista Fernando Brea acertaron al entender La creación del mundo de Milhaud como una deconstrucción caótica del mundo en el que vivimos, más como destrucción que creación propiamente dicha. Un trabajo en la línea de Godfrey Regio con significativa presencia de Disney (Blancanieves, Fantasia 2000) se fundió con la dirección nerviosa, quebrada y retorcida de Axel y las excelentes prestaciones de los jóvenes músicos, alcanzándose un nivel alto de exigencia y calidad. Ocho espléndidos y motivados bailarines adornaron con reminiscencias de Pina Bausch, que luego derivaron en vertiginosas piruetas, alegres pasos a dos y un estimulante y sincronizado trabajo de conjunto, la excelente recreación que Axel y sus músicos hicieron de la Suite de Jazz nº 1 de Shostakovich. Tomen nota quienes interese porque este espectáculo merece ser disfrutado por mucha gente; yo volvería a verlo sin dudarlo.
Crítica publicada en El Correo de Andalucía el 31 de mayo de 2014
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