Dirección Jaime Rosales Guión Jaime Rosales y Enric Rufas Fotografía Pau Esteve Birba Música Juan Gómez-Acebo Intérpretes Ingrid García-Jonsson, Carlos Rodríguez,
Inma Nieto, Fernando Barona, Juanma Calderón, Patricia Mendy, Miguel Guardiola Estreno 30 mayo 2014
El personal realizador Jaime Rosales, vencedor de los Goyas en su edición de 2007 con La soledad, y director también de Las horas del día, Tiro en la cabeza y Sueño y silencio, fija su mirada en la situación de un amplísimo sector de la juventud española actual. Esa que no ve futuro en el horizonte, cuyas esperanzas de una vida independiente y mejor se van desmoronando poco a poco, introduciéndola en una vorágine en la que botellonas, emigración, delincuencia y abuso, inmadurez, familias desestructuradas, paternidad prematura, abandono escolar y falta de oportunidades, forman un cocktail irreductible e invencible. Pero lo primero que nos preocupa es que no ha puesto su mirada en ese porcentaje elevadísimo de españoles que poseyendo una excelente preparación no encuentra oportunidades en un país a la deriva en el que sólo parecen encontrarlas los corruptos y los gobernantes, que han creado en esta coyuntura su particular paraíso. Jóvenes irresponsables, que sólo son capaces de darse cuenta de su equivocada línea de vida cuando empieza a ser tarde, han existido y existirán siempre. No son esas las principales víctimas de esta situación sobrevenida de crisis, aunque también ellas disfrutaran de otras esperanzas en un pasado de ladrillo en el que quienes carecían de preparación y apenas se habían esforzado conducían deportivos y pulverizaban la noche. En un discurso de tono semidocumental al estilo de los hermanos Dardenne, con excelentes hallazgos visuales, como el paso del tiempo a través del whatsapp, o esa pérdida irremediable de tiempo dedicado al ocio virtual y la lamentación, su ritmo sin embargo decae en varias ocasiones, llegando incluso a atascarse. Pero su aportación fundamental reside en la necesidad de ternura y apoyo que todos y todas necesitamos, y en cómo actúa de paliativo, aunque con limitaciones, en momentos tan duros como los que retrata esta crónica de la crisis en nuestro país, algo muy de agradecer en una filmografía que apenas se detiene en esta problemática para seguir insistiendo en fórmulas de humor socarrón y comedias y dramas de índole romántica. Se presentó en la sección Un certain regard del pasado Festival de Cannes, donde logró el premio del Jurado Ecuménico.
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