Irina Lévian |
La Cultura necesita a las instituciones públicas para impulsarla y potenciarla, pero es la iniciativa privada la que resulta imprescindible para agitarla y darle vida. Antes que el Teatro de la Maestranza devolviera a la ciudad su compromiso con la ópera ya existía la ASAO (Asociación Sevillana de Amigos de la Ópera); y sólo una década después decidieron materializar su vocación de agitadores culturales con un certamen anual que corona cada año una voz joven y fresca, facilitándole la proyección que merece. La idea empezó naturalmente con humildad y pocos recursos, pero hoy en su décimosegunda edición, aunque la humildad permanece, la convocatoria ha conseguido aglutinar más de una treintena de solventes candidaturas.
Belén Roig |
De ellas nueve lograron subir el miércoles al escenario y, acompañadas por el pianista Juan Carlos Ortega, demostraron sus aptitudes en una primera parte dedicada a la lírica española y una segunda de carácter operístico. La soprano ucraniana Irina Lévian fue quien más convenció al público, cuyo premio le otorgó el Real Círculo de Labradores, y al jurado, entre los que figuraban Lorenzo Ramos, director de la Orquesta de Córdoba y Ana Esteban, jefa de producción del Maestranza, que la reconocieron como ganadora de esta edición. Aunque su voz se acerca más a la tesitura de mezzo se atrevió con el aria de Odabella de Attila de Verdi, exhibiendo potencia, proyección y poderosos agudos, aunque tendrá que trabajar más para corregir algunos defectos en la modulación y las transiciones. La valenciana Belén Roig destacó por su elegancia y exquisitez en el fraseo, tanto en la difícil La maja y el ruiseñor de Granados como con el aria de Micaela de Carmen, siendo reconocida como mejor intérprete de música española. El Premio de la Fundación Cajasol fue a manos de Esmeralda Espinosa, una voz sólida, segura y centrada, completa en matices aunque de actitud demasiado melodramática. Las cuatro grandes orquestas de nuestra comunidad se han unido para hacer realidad la proyección de estas intérpretes.
Esmeralda Espinosa |
El nivel fue tan alto que todos y todas merecían premio, el timbre sedoso y la autoridad heroica del barítono Sebastiá Peris i Marco, el desparpajo de Virginia Blanco, que escogió partituras de muy difícil ejecución con las que exhibió un don rotundo para la coloratura; o la simpatía de la polaca Urszula Bardlowska, rumbosa en la Canción negra de Montsalvatge aunque algo destemplada y corta de delicadeza en la Canción a la luna de Dvorak. Al piano disfrutamos de Husan Park, sensible y delicada acompañando a Belén Roig, y Alberto Martín Díaz, de Vélez-Málaga, gran pianista de marcado lirismo, haciendo lo propio con Bardlowska. La acústica de Chicarreros es seca y deficiente, así que esperemos recuperar la sala Joaquín Turina, para la ciudad y para la próxima edición.
Versión extensa del artículo publicado en El Correo de Andalucía el 5 de diciembre de 2014
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