Dirección Carlos Sedes Guión Ramón Campos, Cristóbal Garrido, Gema R. Neira y Adolfo Valor, según la novela "Buenos días, princesa" de Blue Jeans (Francisco de Paula) Fotografía Jacobo Martínez Música Federico Jusid Intérpretes Charlotte Vega, Álex Maruny, Michelle Calvó, Ivana Baquero, Jorge Clement, Andrea Trepat, Patrick Criado, Yon González, Paula Muñoz, Iria del Río, Aitana Sánchez Gijón, Raúl Arévalo
Estreno 25 diciembre 2014
No sorprende que los artífices de esta película provengan de la televisión; su director se ha curtido en series como Gran Reserva, Hispania, Gran Hotel y Velvet, y se nota en el estilo y el acabado final de la cinta. Basándose en la novela de uno de los fenómenos literarios entre quinceañeras, que ya es decir, porque significa para nuestro regocijo que hay jovencitas que leen, sus creadores han sido capaces de convocar a un numeroso público adolescente a las salas de cine, y eso ya merece todo nuestro respeto. Desde luego poco ofrece para quienes quieran acercarse a la gran pantalla buscando análisis, estudio y soluciones a los sempiternos problemas de comunicación entre adolescentes y éstos y sus padres, como sí hacía la reciente Hombres, mujeres y niños. Más bien se trata de una novelita rosa y acaramelada protagonizada por chicas y chicos en el esplendor de su belleza y con un Madrid moderno y sofisticado como telón de fondo. Aprovecha las hechuras del cine americano sobre el tema, con institutos y hábitos calcados de aquéllos, combinado con nuestros paisajes y algo de nuestra idiosincrasia. Sin embargo se agradece enormemente que proponga personajes educados y sanos, al menos en cuanto a costumbres, pues el club de referencia los agrupa por supuestas inadaptaciones al entorno, generalmente provocadas por traumas infantiles. Pero como decíamos esto es lo de menos, pues lo que promociona son los entresijos amorosos de su protagonista. Buenos sentimientos, mensajes de conciliación, ayuda y solidaridad entre semejantes, buenas costumbres y buena educación son los ingredientes que hacen que lo que podría ser insustancial tenga valor. Si además añadimos que acierta en retratar esta etapa de la vida mostrando a la familia consciente de que es un momento en el que conviene dejarlos volar, no está mal la cosa. Y el numeroso público convocado, al menos cuando tuve la oportunidad de verla, se mantuvo callado y atento, de modo que parece funcionar.
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