USA 2015 142 min.
Dirección Ridley Scott Guión Drew Goodard, según la novela de Andy Weir Fotografía Dariusz Wolski Música Harry Gregson-Williams Intérpretes Matt Damon, Jessica Chastain, Kate Mara, Chiwetel Ejiofor, Kristen Wiig, Jeff Daniels, Michael Peña, Sebastian Stan, Aksel Hennie, Mackenzie Davis, Sean Bean, Donald Glover, Mark O’Neal, Brian Caspe Estreno en el Festival de Toronto 11 septiembre 2015; en Estados Unidos 2 octubre 2015; en España 16 octubre 2015
El planeta rojo fue escenario de dos películas fallidas justo en el cambio de siglo, Misión a Marte, que Brian de Palma se tomó demasiado en serio, y la aventurera Planeta Rojo del olvidado Antony Hoffman. Ahora sirve de decorado para el regreso al cine amable casi de comedia del habitualmente demasiado trascendental Ridley Scott, tras los intentos fracasados de Los impostores en 2003 y Un buen año en 2006. Y sirve además para reencontrar al mejor Scott, perdido desde Gladiator y con los logros de Thelma y Louise, Blade Runner y Alien demasiado lejanos. Basada en una novela de éxito, El marciano conjuga el mito de Robinson Crusoe con la clásica película de rescates y aventuras, trascendiendo al personaje de Daniel Defoe para ir más allá y convertirlo en otra cosa. Con casi dos horas y media de metraje que pasan en un suspiro, Scott teje una película amable, emocionante y emotiva con el fin de abordar dos tesis fundamentales; por un lado la del auténtico héroe, el hombre de acción que lejos de resignarse ante una situación tan desesperada como definitiva, decide mirar hacia adelante, poner todo su empeño, sabiduría, ingenio y preparación en encontrar una salida a su crisis, un escape del lugar en el que no podrá sobrevivir (al contrario que el náufrago referido, capaz de resignarse ante una realidad que al menos le permite la supervivencia), sin apenas derrumbarse. Lo más fácil y previsible hubiera sido reflejar su desesperación, su soledad y su impotencia, pero no es eso lo que le interesa a la hora de construir este largometraje decididamente amable y optimista. La otra premisa es la de reflejar todo un universo de solidaridad y esfuerzo encaminado a salvar a un solo hombre. No hay obstáculos ni malos rollos, todos desde la NASA a los tripulantes de la nave que abandona equivocadamente al náufrago, y el mundo entero pendiente de la televisión, se esfuerzan en encontrar una salida al problema y entregarse por fin a una historia hermosa de supervivencia y superación, tan hastiados como estamos de alimentarnos a través de los medios de miseria, guerra y desesperación. El marciano por lo tanto es un canto desinhibido, grácil y ligero a la bondad del ser humano, a marcar una posición dentro del Universo que por una vez nos engrandezca. Al servicio de toda esta gestión está un Ridley Scott lúcido, ingenioso a la hora de marcar ritmo y tiempos y capaz de extraer de su lujoso reparto unas excelentes y entregadas interpretaciones, con un inmenso Matt Damon por delante y la imprescindible Jessica Chastain aprovechando con naturalidad cada momento para lucir glamour y elegancia. Por cierto que ambos coincidieron en Interstellar del pretencioso Christopher Nolan, donde él interpretaba un personaje parecido pero en su vertiente villana. Cabe destacar también el supuesto rigor científico que habrá debido presidir toda la función con el fin de dotar al conjunto de la credibilidad necesaria, mérito seguramente de la novela en que se basa, pero muy bien articulado e insertado en ésta su versión cinematográfica. Finalmente destacar su banda sonora, un ejemplar, comedido y nada pretencioso trabajo de Harry Gregson-Williams combinado con una buena colección de clásicos de la música disco de los setenta que contribuyen sobremanera a crear el ambiente distendido y alegre que domina en todo momento; montajes como el ilustrado con la canción de Bowie Starman no funcionarían igual sin ellas, y para botón de muestra el muy intencionado final con Love Train de The O’Jays como telón de fondo.
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