Dirección Sebastian Schipper Guión Sebastian Schipper, Olivia Neergard-Holm y Eike Frederik Schulz Fotografía Sturla Brandth Grøvlen Música Nils Frahm Intérpretes Laia Costa, Frederik Lau, Franz Rogowski, Burak Yigit, Max mauff, André Hennicke, Anna Lena Klemke, Hans-Ulrich Laux Estreno en el Festival de Berlín 7 febrero 2015; en Alemania 11 junio 2015; en España 23 octubre 2015
Hitchcock fue pionero en rodar en una sola toma con La soga, pero tuvo que hacer trampa, disimulando hasta ocho fundidos en negro para resolver los cambios de bobina. El primer registro que se tiene en el cine moderno de rodaje en una sola toma es la portentosa y casi milagrosa El arca rusa de Aleksandr Sokurov, que recorría los salones y pasillos del Museo Hermitage de San Petersburgo con complicados travelings incluidos cuando llegaba al apoteósico baile de disfraces final. Este año hemos tenido varios ejemplos de toma única, el trucado de González Inárritu para Birdman y el complejo pero bastante forzado de Joaquín Oristrell para la fallida a todos los efectos Hablar. El caso del realizador y actor (Corre Lola, corre y 3) Sebastian Schipper y su galardonado film Victoria constituye un punto aparte absolutamente brillante. La toma única obliga a pagar el peaje de una casi primera hora de situaciones y diálogos algo patosos, en un afán de alcanzar un hiperrealismo extremo que nos prepare para lo que ha de venir después, y que con la incómoda cámara en mano y la ya referida toma única conforman el vértice sobre el que se sustenta esta portentosa historia de amistad, amor e intriga que viene a narrarse aproximadamente en tiempo real. Y es que aunque la cinta dura apenas dos horas y media, la acción se dilata algo más, lo que obliga a hacer un ejercicio de convencionalismo frente al hecho de que la acción nunca se interrumpa. El giro que da sentido y emoción a la cinta aparece casi a la mitad, y a partir de ahí atrapa en su vorágine con una habilidad extraordinaria. Las naturalísimas interpretaciones de la pareja protagonista, y muy especialmente la española Laia Costa, consiguen que la historia de amor extremo e incondicional en el que va deviniendo la película, a través de una deriva criminal y angustiosa, sea tan convincente como tierna y emotiva. Hablada en inglés, aprovechando el hecho de que su joven protagonista no habla alemán, lo que hace poco convincente que sea la encargada de una cafetería en el barrio Kreuzberg berlinés, es fundamental prestarle la confianza debida durante al menos una hora de metraje, pues los acontecimientos, reacciones y virtuosismo técnico que viene después convierten la película en una experiencia extraordinaria. Premiada en el Festival de Berlín por su contribución artística, y con seis Lolas de la Academia del Cine alemán: Mejor película, director, actriz, actor, fotografía y música original.
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