Canadá 2015 118 min.
Guión y dirección Philippe Lesage Fotografía Nicolad Canniccioni Intérpretes Édouard Tramblay-Grenier, Pier-Luc Funk, Vassili Schneider, Sarah Mottet, Pascale Bussières, Victoria Diamond, Alfred Poirier, Mathis Thomas, Bénédicte Décary, Rose-Marie Perreault Estreno en el Festival de San Sebastián 25 septiembre 2015; en Canadá 30 octubre 2015; en España 5 mayo 2017
Año y medio después de haber sido presentada en la sección oficial del Festival de San Sebastián y estrenarse en su Canadá natal, llega esta presunta película inquietante del debutante en la ficción Philippe Lesange, curtido documentalista, apenas dos meses después del estreno de su último film, bajo bandera sueca, Copenhague A Love Story. Cuenta Lesange en este film el difícil paso de la infancia a la adolescencia a través de la mirada neutra y casi inexpresiva de un niño que no es Damien de La profecía pero parece querer serlo ya desde la cartelería promocional, y en el que confluyen todos los miedos posibles a esta edad, configurando así un puzzle en el que se dan cita prácticamente todos los clichés posibles en este tipo de propuestas, desde la crisis familiar a la falta de valores y desórdenes sentimentales de los adultos, pasando por los primeros amores imposibles y platónicos, la crueldad en juegos en los que él suele ser verdugo, cierta apatía por el mundo que le rodea, la desolación ante la incomprensión o la materialización de los miedos más tangibles a través de episodios de la más terrible realidad sensacionalista. Sólo algunos destellos de felicidad en forma de bailes y juegos con su hermano y hermana mayores, parecen aliviar un recorrido que, sin embargo, no renuncia a ambientarse en esa plácida primavera-verano a la que tanto gustan recurrir estos nuevos cineastas venidos de países fríos (y si no vean el surtido de telefilms románticos alemanes que televisión española parece haber adquirido en bloque para cubrir la programación de tarde). Ya el uso de la música guarda una intención muy precisa, con la dramática e intensa introducción de Finlandia de Sibelius para ilustrar la trágica amenaza que se cierne sobre quien se dispone a abandonar la comodidad infantil para adentrarse en la turbia adolescencia, los coros finales de La Pasión según San Mateo de Bach para acompañar esos aislados momentos de tranquilidad como es el siempre socorrido y redentor baño en un idílico lago, o el vibrante Pata Pata de Myriam Makeba para vestir esos momentos de felicidad y complicidad fraternal ya aludidos. Para colmo la cámara mantiene una posición estática y aislada que nos mantenga en un plano de mero voyeurismo, salvo en irritantes ocasiones en las que deambula aparentemente sin rumbo fijo y sin saberse muy bien de qué es lo que quiere informar. Todo muy definido para impresionar al personal presuntamente más experto y ávido de pretendidas nuevas sensaciones que la cubran de parabienes aunque en el el fondo no nos estén más que tomando el pelo.
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